Más de seis décadas vistiendo por los pies

  • Tres generaciones se han encargado de calzar a los bilbaínos durante más de 60 años en la zapatería La Palma.
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Ana Lobato orienta a sus clientes para dar con el calzado adecuado para cada uno.
Ana Lobato orienta a sus clientes para dar con el calzado adecuado para cada uno.
ALVA DE PRADO
Ana Lobato orienta a sus clientes para dar con el calzado adecuado para cada uno.

El amor por los zapatos se contagia. O al menos, eso es lo que les ha ocurrido a las tres generaciones que se han encargado de sacar adelante la zapatería La Palma que se encuentra en el Casco Viejo de la Villa.

Todo se remonta a 1944, cuando Sabino Menéndez, asturiano de nacimiento, decidió traspasar una pequeña tienda ubicada en García Salazar a la calle Correo. Tras su muerte, sus hijas decidieron seguir adelante con el negocio, hoy en manos de Ana y Pepe Lobato, nietos del fundador.

Durante más de 60 años, esta zapatería se ha regido por la misma filosofía: calzar a todos los bilbaínos con zapatos de la mejor calidad. Gran parte del material llega a esta tienda desde Italia, las Islas Baleares o el Levante español, zonas punteras en calidad y diseño. Está claro que el gusto por los zapatos lo llevan en la sangre, «son mi vida, disfruto cuando llegan las cajas de las nuevas temporadas» afirma con satisfacción Ana Lobato.

Lleva muchos años detrás del mostrador, lo que le ha permitido ver la evolución de la moda en Bilbao. Cree que hoy en día los bilbaínos son mucho menos clasistas que hace 30 años. «Nuestros clientes se sienten más cómodos con un estilo avanzado en cuanto a diseño, pero sobrio en cuanto a florituras», detalla Ana.

Las 'vacas locas' subieron el precio

Ana, dueña de la zapatería, asegura que con el euro el calzado no ha aumentado su precio en exceso. El año anterior a la entrada de la nueva moneda coincidió con el mal de las vacas locas.

Las fábricas no tenían piel suficiente y subieron el precio para compensar. Sin embargo, esto no es algo que les preocupe a los japoneses, que «durante las vacaciones gastan mucho». Cuando entran en La Palma, siempre buscan unas zapatos Camper, aunque ellos les llaman pelotas, y como no saben castellano, repiten: «Pelotas, pelotas», comenta Ana entre risas.

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