Casi al mismo tiempo que el viento trasladaba el mal olor provocado por el calentamiento de la estructura a zonas como Os Mallos o la Ciudad Vieja, decenas de vecinos sufrieron las consecuencias del problema durante varias horas del día. Margarita Santiago, de la asociación vecinal de Os Castros, ya intuía el mismo miércoles que el problema podía ir a más: «Mentres o vento siga así imos ter algo de sorte, pero en canto veña forte do nordés isto vai ser moi insoportable».
Ayer, nunca mejor dicho, el tiempo le dio la razón. El mismo día en que tanto Autoridad Portuaria como Unión Fenosa (propietaria de la Medusa) volvieron a asegurar que el problema no entraña riesgo para la salud.
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