Las pocas piezas que quedan sólo se pueden encontrar en anticuarios. Las paredes de casa también saben de coquetería y elegancia. Pero uno de sus adornos más tradicionales, el reloj de pared o carrilón de pie, se ha convertido casi en un tesoro difícil de comprar en Alicante.La falta de relojeros profesionales que conozcan el mecanismo del reloj de cuerda y la dificultad para localizar las piezas de repuesto están amenazando su continuidad. Así opina Francisco Navarro, comerciante de la Rambla y de Castaños y además presidente de ACRA.
Según su testimonio, la mayoría provienen de nuestros padres y abuelos. Estas piezas artesanas cuestan entre 1.000 y 2.000 euros. Y los de sobremesa, 600.
Otro artesano, Juan Espinosa, corrobora que hoy la mayoría de estos relojes de pared acaban en manos de anticuarios por falta de encargos. Ahora, lo que se lleva son los «inteligentes» o de pila.
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