Carrie Fisher y Leia Organa, dos princesas enamoradas de un galán contrabandista

  • El último trabajo de Carrie Fisher, 'Star Wars: Los últimos Jedi' (15 de diciembre) la volvió a convertir en Leia, el personaje que hizo de ella un icono mundial.
  • Debido a su fallecimiento, Leia no aparecerá en el Episodio IX.
  • En su libro 'El diario de la princesa', Fisher relata su relación de amor y odio con el personaje así como el romance que mantuvo con Harrison Ford en 1977.
Carrie Fisher y Harrison Ford, como Leia y Han Solo (arriba) y en la presentación en la Comic Con del Episodio VII (abajo).
Carrie Fisher y Harrison Ford, como Leia y Han Solo (arriba) y en la presentación en la Comic Con del Episodio VII (abajo).
GTRES
Carrie Fisher y Harrison Ford, como Leia y Han Solo (arriba) y en la presentación en la Comic Con del Episodio VII (abajo).

Durante décadas, prácticamente toda su vida, Carrie Fisher vivió marcada por la princesa Leia, aquel papel que consiguió con 19 años, un inocente trabajo en una película de "ciencia ficción" que se acabó convirtiendo en un arrollador fenómeno de masas que le cambió la vida.

Su relación con la joven monarca de Alderaan siempre fue de amor y odio, pero el reciente relanzamiento de la franquicia, con el Episodio VII (Star Wars: El despertar de la Fuerza) y sus sucesivas secuelas, volvieron a inclinar la balanza hacia el lado luminoso de la Fuerza.

"Lo cierto es que, por más que haya bromeado sobre Star Wars durante años, me gustaba haber actuado en esas películas. Sobre todo por ser la única chica en una obra de fantasía donde todos los demás eran hombres. Fue divertido hacerlas, y una anécdota de una importancia inimaginable", contaba Fisher en su libro El diario de la princesa (Nova Libros), donde revela también la sorpresa y alegría que le produjo el anuncio de la nueva trilogía.

Por desgracia, el pasado diciembre, su inesperada muerte frustró el que podía haber sido un final perfecto, tanto para ella como para la princesa. Han Solo (Harrison Ford) tuvo un protagonismo especial en el último capítulo de la saga y Luke Skywalker (Mark Hamill) lo tendrá en el siguiente, Los últimos Jedi. El Episodio IX iba a ser su momento de gloria, ya que la historia estaba planteada en torno a la figura de la general Leia Organa. Y Fisher estaba feliz de volver a interpretarla.

Ya no podrá ser. Ahora, tanto Fisher como Leia se han convertido en leyendas, del séptimo arte y también de la cultura pop, ambas siempre unidas. "Me gustaba ser la princesa Leia. O que la princesa Leia fuese yo. Con el tiempo nos fusionamos en una sola persona; no creo que nadie pueda pensar en Leia sin que yo merodee también por sus pensamientos. Y no estoy hablando de masturbación. Así que la princesa Leia somo dos, en plural", cuenta Fisher en su libro haciendo una explícita referencia a su pasado como sex symbol.

"Cuando algunos hombres se me acercan para informarme de que fui su primer flechazo, mis sentimientos son contradictorios. ¿Por qué a todos esos hombres les resultaba tan fácil enamorarse de mí entonces y tan difícil hacerlo ahora?", se preguntaba.

Su imagen como princesa guerrera del espacio es un icono y ella siempre fue consciente de que Leia prevalecería incluso después de su muerte. "El peinado elegido afectaría a la forma en que todos me verían durante el resto de mi vida. Y quizá también más allá de esta: resulta difícil imaginar una necrológica televisiva que no use una foto de esa niñita de cara redonda con sendos absurdos rodetes a los lados de su escasamente experimentada cabeza.

Carrison

Existen tres elementos íntimamente ligados al binomio Leia Fisher: las ensaimadas que llevaba a cada lado de la cabeza, el bikini metálico y la relación con Han Solo / Harrison Ford, conocida popularmente como Carrison y núcleo del citado libro, donde la actriz publica extractos de los diarios que escribió durante el rodaje de la primera película de la saga, textos íntimos en los que revela la naturaleza de su vínculo con el actor en aquel entonces.

Sí, Carrie Fisher y Harrison Ford estuvieron liados en secreto, sumidos en una especie de romance donde la fascinación y el enamoramiento contenido de ella chocaban con la indiferencia y sequedad de él.

"Escribí aquel diario por dos razones, la primera es que escribo desde los doce años. Plasmar algo en una página, donde ya no puede hacerme daño, parece calmarme de un modo que me recuerda aquel refrán según el cual "mejor una casa vacía que un inquilino desdichado". [...]. La segunda razón por la que lo escribí era que no podía hablarle a Harrison. Básicamente acerca de nada, pero sobre todo de 'nosotros', si es que algo así existía. No solo no podía conversar con él, sino que, al constituir nuestros fines de semana juntos un secreto, se transformó en algo que convenía callar y comentar únicamente con un boli en la mano y el diario abierto en la mesa. No podía contarle a nadie mi relación con Harrison porque él estaba casado. Y no conmigo", explica la actriz.

Aunque siempre consciente de que aquello no podía llegar a más, Fisher llegó a sentirse profundamente atraída por su compañero, en parte por su condición de inalcanzable. Casi todos los fragmentos de sus viejos diarios girante en torno a esa relación y las sensaciones que le producía. "¿Qué me está ocurriendo? ¿Quién diablos soy? ¿Por qué me he liado despreocupadamente con alguien a quien, si soy realmente sincera conmigo misma, no quiero, y que no me quiere? Y encima está casado".

Harrison Ford lo fue todo para ella durante los tres meses en los que se gestó el inicio de la mayor leyenda galáctica: "Él es aburrido e intenta que, más que un accidente, parezca una decisión", "Quisiera que me amaras más, para que yo pudiese amarte menos", "No me ofrezcas amor. Busco indiferencia y rechazo. Mi ideal es un anhelo prolongado por alguien a quien no alcanzo a tocar del todo"...

Su historia –o no historia– comenzó en la parte de atrás de un coche y se prolongó durante varias semanas. El secreto duró años, hasta que finalmente la actriz y escritora decidió que ya no hacía ningún daño a nadie contándolo. El romance desapareció casi tan súbitamente como llegó y el tiempo lo transformó en cariño, un profundo afecto que ambos manifestaron, casi 40 años después, tanto fuera como dentro de la pantalla con motivo del estreno de El despertar de la Fuerza.

Mucha más complicada e intensa fue la relación de Fisher con la princesa, desde que se conocieron hasta el final de sus días. "Resulta que ella, Leia, me importa. Por desgracia. [...] He pasado la mayor parte de mi vida –desde los diecinueve hasta los cuarenta– en el presente y siendo tanto yo misma como la princesa Leia. Contestando preguntas sobre ella, defendiéndola, hartándome de que me confundan con ella, eclipsada por ella, luchando con el resentimiento que despierta en mí, apropiándome de ella, encontrándome a mí misma, acompañándola, amándola... y deseando que por fin se largue y me deje ser yo misma", cuenta en el libro.

"Pero entonces me pregunto quién sería yo sin Leia y descubro cuánto me enorgullezco de ella, hata tal punto que procuro no hacer nada que pueda desaprobar; me siento honrada de ser su representante en la Tierra, su cuidadora, e intento representarla lo mejor que puedo, imaginando cómo se sentiría, haciendo todo lo posible por merecer la actuación, y después sintiéndome más que ridícula y deseando que todos se desvanezca y me deje ser quier era hace décadas".

Sus miles de fans volverán a disfrutar de una y otra en el Episodio XVIII de Star Wars, Los últimos Jedi (15 de diciembre), que probablemente concluirá con un bello homenaje a Carrie Fisher. ¿Qué pasará con Leia en el Episodio IX? Aún no se sabe –el rodaje se ha retrasado para readaptar el guion–, pero cabe esperar que los magos de Lucasfilm pongan un broche de oro a la historia de la princesa más valiente, sabia y justa de la galaxia.

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