Trump, primer presidente de EE UU en activo que visita el Muro de las Lamentaciones

El presidente estadounidense, Donald Trump, reza frente al Muro de las Lamentaciones durante su visita en Jerusalén.
El presidente estadounidense, Donald Trump, reza frente al Muro de las Lamentaciones durante su visita en Jerusalén.
EFE
El presidente estadounidense, Donald Trump, reza frente al Muro de las Lamentaciones durante su visita en Jerusalén.

El presidente de EEUU, Donald Trump ha asegurado este lunes a su llegada a Tel Aviv que hay una oportunidad para alcanzar la paz en Oriente Medio, ante su homólogo israelí, Reuvén Rivlin, y el primer ministro, Benjamin Netanyahu. "Estamos ante una poco común oportunidad para traer la seguridad y la estabilidad a la región. Para crear armonía, prosperidad y paz", señaló Trump, durante la ceremonia de bienvenida a su llegada al aeropuerto de Ben Gurión, para una visita de 28 horas a Jerusalén y Belén.

"Es maravilloso estar aquí en Israel", dijo el presidente estadounidense, que manifestó que su visita tiene como objetivo "reafirmar el lazo inquebrantable entre EE UU y el Estado de Israel".

Trump indicó que el país es "una tierra rica en historia" y que "ha construido una de las grandes civilizaciones del mundo, una nación próspera" y comprometida con que nunca se repita "el horror del último siglo", en referencia al Holocausto. El mandatario se mostró esperanzado en "un futuro en que los vecinos de la región estén en paz, y los niños "crezcan libres de terrorismo y violencia".

En referencia a su visita a Arabia Saudí, señaló que en esta ha encontrado "nuevos motivos para la paz" y alianzas para la lucha "contra el terrorismo y la ideología del mal" entre los líderes del mundo árabe y musulmán. "Amamos Israel, respetamos Israel. Estamos contigo", concluyó. A su vez, el presidente Rivlin dio una calurosa bienvenida a su homólogo y señaló que el mundo e Israel "necesitan un EE UU fuerte", pero que "EE UU también necesita un Israel fuerte".

"Una visita verdaderamente histórica"

Netanyahu, por su parte, ha agradecido lo que ha considerado "una visita verdaderamente histórica" y "realmente un buen comienzo", ya que "nunca antes el primer viaje oficial de un presidente de EE UU había incluido una visita a Israel. Gracias, presidente".

También le ha agradecido que este domingo diese en Riad lo que ha calificado de "un enérgico discurso de claridad" en el que instó al mundo árabe y musulmán a "expulsar a los extremistas y terroristas", y ha llamado a "las fuerzas de la civilización a confrontar a las fuerzas de la barbarie", algo que, ha apuntado, "Israel lleva haciendo 69 años".

"Hemos construido un estado judío democrático, moderno y vibrante, que protege todas las fes", ha asegurado Netanyahu, quien ha añadido que "la mano de Israel está extendida para la paz a todos nuestros vecinos incluidos los palestinos".

"La paz que buscamos es genuina, en la que un estado judío sea reconocido y la seguridad quede en manos de Israel y el conflicto termine de una vez por todas y para todos", ha dicho Netanayahu y ha mostrado su esperanza de que "algún día un primer ministro israelí pueda viajar de Tel Aviv A Riad", a la inversa de lo que este lunes ha hecho Trump.

Pero la visita también ha generado controversia en Cisjordania, que ha supuesto al menos cien palestinos heridos durante las protestas  en apoyo a la huelga de hambre de presos israelíes y contra Israel.

Durante la jordana de protesta se gritaron eslóganes contra la política estadounidense y condenas a la ocupación israelí, y se vieron pancartas con la cara de Trump cubierta con la huella de un zapato, un gesto muy insultante en el mundo árabe.

Visita al Muro de las Lamentaciones

Además, Trump se ha convertido en el primer presidente de EE UU en activo en visitar el Santo Sepulcro y el Muro de las Lamentaciones, lugares sagrados del Cristianismo y el Judaísmo, en la Ciudad Vieja de Jerusalén, en lo que la comunidad internacional considera territorio palestino ocupado.

Hasta ahora, los mandatarios estadounidenses y europeos habían evitado este itinerario por el significado político que tiene, al estar en la zona oriental de Jerusalén, ocupada por Israel en la Guerra de los Seis Días de 1967, anexionada en 1980 con la condena de la ONU, y que los palestinos reivindican como capital de su futuro estado.

Trump ha querido cambiar esto y, horas después de llegar a la región, se ha dirigido a la ciudadela amurallada de Jerusalén, donde primero fue al Santo Sepulcro, en el que la tradición cristiana sitúa el lugar de la crucifixión, enterramiento y resurrección de Jesús, que ha visitado rodeado de representes de las iglesias ortodoxa griega, armenia y católica.

El presidente estadounidense, su esposa Melania, su hija Ivanka y su yerno, Jared Kushner, han llegado a la basílica andando por las estrechas callejuelas del zoco escoltados por religiosos revestidos de ceremonia, que golpeaban rítmicamente el empedrado con bastones.

En la iglesia se detuvieron en el Calvario o Gólgota (lugar de la crucifixión) y la Piedra de la Unción, donde se preparó el cuerpo de Cristo tras ser bajado de la cruz, además de la tumba de Jesús y el relicario del Patriarcado Griego Latino. Seguidamente la comitiva se desplazó al Muro de las Lamentaciones, a pocos metros del Santo Sepulcro, acompañada del rabino del muro, Shmuel Ravinovich.

En el Muro, Trump, con la cabeza cubierta como es preceptivo por una kipá (solideo judío), ha rezado unos instantes mientras tocaba las grandes piedras y, siguiendo la tradición, ha depositado en los intersticios un papel con una petición. Su esposa e hija han rezado en el lugar del muro destinado a las mujeres.

La explanada que se abre al Muro de las Lamentaciones estuvo protegida por un gran panel y el acceso estuvo prohibido desde horas antes de su llegada. El itinerario por la Ciudad Vieja ha sido declarado visita privada y la delegación estadounidense rechazó que representantes israelíes, incluido el primer ministro, Benjamin Netanyahu, acompañaran a Trump.

El expresidente de EE UU Barack Obama visitó el Muro de las Lamentaciones siendo todavía candidato presidencial y evitó hacerlo durante sus ocho años de mandato, mientras que otros dirigentes, como Bill Clinton, lo hicieron cuando abandonaron la Casa Blanca y George W. Bush cuando aún era vicepresidente.

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