Crítica de 'El caso Sloane': Jessica Chastain, la antiheroína de las frases lapidarias

  • Este viernes se estrena la película 'El caso Sloane'.
  • La película muestra el enfrentamiento de dos 'lobbies' por la aprobación o no aprobación de una legislación sobre control armamentístico.
  • Jessica Chastain es, en el papel de Elizabeth Sloane, el alma del filme.
Jessica Chastain en una escena de la película 'El caso Sloane'.
Jessica Chastain en una escena de la película 'El caso Sloane'.
eOne Films
Jessica Chastain en una escena de la película 'El caso Sloane'.

Washington DC está a punto de afrontar la votación de una ley de control de armas. El lobby armamentístico, temeroso de las pérdidas que pudiera conllevar esta legislación, intenta contratar los servicios de Elizabeth Sloane, una agresiva y reputada lobista acostumbrada a ganar todas sus causas mediante el uso de técnicas poco ortodoxas.

Con esta premisa, que fácilmente podría dar pie a un soporífero y olvidable thriller, el realizador John Madden y Jessica Chastain, alma indicutible del filme, hacen de El caso Sloane una de las propuestas más estimulantes y satisfactorias de la cartelera.

La trama, estructurada como un juego de ingenio entre dos bandos, anima al espectador a formar parte de la contienda. Algunos senadores votarán claramente en contra del control de armas, otros votarán a favor, ¿cómo conseguir el apoyo de los que están dudosos? ¡Que comience la partida!

A los pocos minutos del largo metraje –algo más de dos entretenidísimas horas–, uno se descubre tratando de comprender las reglas, cayendo en las trampas que tienden unos y otros (los personajes y también el guionista y el director) e intentando adelantarse al próximo de los muchos giros.

Porque, como dice Sloane, la clave para ganar es ir un paso por delante del adversario, prever sus intenciones y tener preparada la mejor y más inesperada respuesta posible. Y ella va por delante de todos siempre, también de nosotros, con lo mucho que calla –información que oculta y que es clave para generar el efecto sorpresa– y con lo mucho que dice: sus veloces réplicas, sus comentarios mordaces y políticamente incorrectos y las frases lapidarias que tanto le gustan y que marcan algunos de los momentos más divertidos (imposible no sonreír en más de una ocasión) y en cierto modo épicos del filme.

Mediante pura verborrea y asentado en las aristas básicas del thriller, El caso Sloane consigue hacer más que accesible temas tan farragosos y poco conocidos para el público general como las entrañas del funcionamiento de los grupos de presión y su gran influencia en la política. También se dibuja, como herramienta argumental, sin llegar a la crítica ácida, la corrupción en las altas esferas, la hipocresía de los poderosos y, por supuesto, el polémico tema de las armas en Estados Unidos.

En el centro de todo se alza imponente Jessica Chastain, que da vida a una de las mejores antiheroínas que ha dado el séptimo arte. Fría y calculadora como Milady de Winter, dura y carismática como Sarah Connor, Elizabeth Sloane es cautivadora de principio a fin, un personaje delicioso interpretado por una de las mejores actrices del momento.

Casi siempre seria, intimidante, cínica, incluso despiadada, la implacable lobista también posee un lado débil, la desazón de quien ha elegido renunciar a las relaciones sociales y vivir solo para su trabajo, la fragilidad de una persona lastrada por su obsesión con la victoria, con ganar sea como sea, caiga quien caiga.

Incomprensible que Chastain no consiguiera con su Sloan una tercera nominación a los Óscar en la última edición de los premios de Hollywood. Incomprensible también que este fin de semana alguien quiera disfrutar de buen cine y no vaya a ver esta película, que se merece una digna posición entre los divertidos Guardianes de la Galaxia y el reclamo nostálgico de Alien. l

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