Esteban Pascual, chófer de autobús, vivió en la madrugada del pasado sábado su servicio más peligroso. Realizaba el último trayecto de la línea nocturna 627 (Madrid-Brunete), gestionada por Auto Periferia, cuando «un pasajero con signos evidentes de ir drogado se me puso violento e intentó secuestrar el autobús, amenazándome para que lo llevara a Moncloa», relata Esteban.
El agresor, que subió al bus con actitud desafiante, esperó a quedarse solo con el conductor para exigirle que volviera al inicio del recorrido. «Me negué, le pedí que se bajara y comenzamos a forcejear. Casi me saca del vehículo; temí que me lo robara», recuerda Esteban, que denunció lo ocurrido y está de baja por lesiones en un pulgar y la espalda.
Esta agresión ha sido la gota que ha colmado el vaso para los conductores de los búhos interurbanos. «Cuando te toca el búho, siempre vas con miedo. Nos insultan, nos amenazan e, incluso, han llegado a apedrearnos», se queja Esteban indignado.
En un comunicado, UGT exigió ayer la colocación de mamparas para aislar a los conductores y emisoras para contactar con la Policía. Ningún portavoz de la empresa atendió ayer a 20 minutos.
Conductores de noche, en peligro
Los conductores de vehículos que prestan servicio nocturno en Madrid se sienten inseguros. Al caso de los chóferes de autobús se suma el de los taxistas, que se manifestaron el 19 de octubre tras el homicidio de un compañero. La Comunidad propuso poner cámaras en el interior de los taxis.
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