Aunque para muchos vecinos es el gran desconocido de su comunidad, el administrador es una figura crucial en cualquier finca. La gestión y conservación del inmueble, así como el asesoramiento a los propietarios, dependen de este profesional.

Su contratación debe ser aprobada por mayoría simple en la junta de propietarios y, como norma general, tendrá una duración de un año. Si la comunidad, antes de que finalice este tiempo, decide prescindir de sus servicios, deberá indemnizar al administrador, salvo que exista una causa justificada para ello.

Los honorarios del administrador se acuerdan libremente entre las partes –co-munidad y profesional–. «La  cuantía puede depender del número de propietarios, de los servicios que ofrezca y de los equipamientos de la finca», afirma Patricia Briones, abogada del Colegio de Administradores de Fincas de Madrid.

Gestor, asesor, contable...

Entre las funciones de este profesional –debidamente colegiado– está la de velar por la adecuación del edificio a las normas de seguridad e higiene, o el seguimiento y control de proveedores. También asesora en temas como trámites notariales, impuestos, cobro de morosos o rehabilitaciones, y se ocupa de la contabilidad y los contratos de la finca, además de mediar en caso de posibles conflictos entre propietarios o con terceros.

Las cuentas claras

Cualquier propietario puede acudir al despacho profesional del administrador de fincas para solicitar información acerca de la contabilidad de la comunidad o sobre cualquier otro asunto que tenga que ver con ella. Sin embargo, por su deber de custodia de la documentación, el administrador no podrá hacer entrega de ésta a ningún vecino. Además, este profesional está obligado a observar la Ley de Protección de Datos al enseñar los documentos contables.