Canarias y Cabo Verde aspiran construir un centro de estudio de tortugas bobas o Caretta caretta que sea referente luego de ver los buenos resultados de la colaboración por la que cientos de huevos han sido trasladados a Fuerteventura, donde se han soltado 200 ejemplares.

La ministra de Medio Ambiente de Cabo Verde, Madalena Brito, y el consejero Domingo Berriel lo comunicaron durante su visita al Centro de Investigaciones Marinas del Gobierno canario en Gran Canaria, institución ésta que lleva a cabo el proyecto de reintroducción de las tortugas en el archipiélago.

En Canarias esta especie desapareció hace cientos de años por la presión humana. Los huevos y la carne de la tortuga boba eran consumidos usualmente por los canarios, hábito contra el que aún se lucha en Cabo Verde.

De Cabo Verde, desde que comenzó la colaboración, se han trasladado a Canarias unos seiscientos huevos para que nazcan crías en las islas y, cuando tengan diez o quince años, las hembras, gracias a su filopatria, regresen a nidificar.

Las tortugas recién nacidas son devoradas incluso antes de llegar al mar por aves o mamíferos y pueden ser pasto de cualquier pez, por eso nadan sin parar durante uno o dos días hasta llegar a alta mar. De cada mil, solo una llega a adulta, por eso, ahora, son criadas durante un año antes de soltarlas, para aumentar la supervivencia a una de cada cien.

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