El cubo de la basura es ya una especie de armario clasificador en el que se acumulan los compartimentos: de basura orgánica, de los envases, de los cristales, del papel, de las pilas, de los botes con los aceites usados, de las medicinas caducadas...

Nuestro pacto con el medio ambiente exige que demos correcta sepultura a los cadáveres de los objetos de consumo para que no se vuelvan contra nosotros en forma de contaminación. Pero la reflexión debe comenzar en el momento de la compra.

Ya sabemos que los biocombustibles, lejos de solucionar un problema de contaminación, pueden agravar la pobreza de los campesinos y de la biodiversidad.

Ahora se aconseja modificar la dieta de la ganadería intensiva, como las vacas, porque con sus pedos producen el 25% del metano atmosférico. Al mismo tiempo que nos llegaba la noticia, mi mujer, mediante no sé qué misteriosa asociación de ideas, me prohibía comer fabada. Dice que es por el cambio climático.