Los juzgados ya reciben un embargo de hipoteca al día

Sólo en nueve meses de este año hay más impagos que en todo el 2006. Los malagueños invierten hasta el 50% de su nómina en liquidar el crédito.

El número de hipotecas que acaban en los juzgados de Málaga porque quienes las contrataron no pueden pagarlas es cada día más alarmante. En todo el 2006, sólo llegaron a este extremo 239, mientras que hasta octubre de este año ya se han contabilizado 255.

Por tanto, casi cada día (28,3 al mes) uno de los pisos comprados con un crédito al banco llega ante el juez con un embargo bajo el brazo. El año pasado sólo se produjeron 19,9 por cada 30 días.

EMBARGOS

Causas

«Hay una relación directa entre el número de parados y ejecuciones hipotecarias», explica Ángel Yagüe, coordinador del Instituto Andaluz de Estudios Financieros (IAEF). Aun así, también influyen la subida de los tipos de interés y el aumento generalizado de los precios (incluso en los bienes de primera necesidad). «Pero lo último que se deja de pagar es la cuota hipotecaria», agrega Yagüe.

¿Cómo evitarlos?

Sólo existe una posibilidad que recoge la Ley de Enjuiciamiento Civil. Si se trata de la vivienda habitual, es posible pagar las cuotas pendientes –al tercer mes de impago, los bancos suelen dar parte al juzgado– como si no hubiera pasado nada.

«Sólo se pagarían dichos plazos, sus intereses de demora y las costas judiciales», afirma Yagüe.

Endeudamiento

Un 33% máximo

El sector financiero tasa el dinero máximo que debe dedicarse a la compra de una vivienda en un tercio de la renta disponible por la unidad familiar. Un porcentaje que está bastante alejado del que ponen en práctica los malagueños: «Hoy día, lo más frecuente en la provincia es que se dedique más del 40% e, incluso, el 50%», según IAEF.

Tantos márgenes como sucursales

Antes de que la entidad bancaria amenace con la ejecución del embargo, suele dejar un margen de tres cuotas impagadas. Aunque, en muchos casos, depende del director y de la sucursal. «El Banco de España obliga a los bancos a catalogar ese crédito casi como fallido, por lo que se convertiría en algo perdido, un gasto para la entidad», explican desde IAEF. Y para algunos directores, tener uno fallido es un problema profesional. Por eso, intentan retrasar lo máximo posible la acción de recobro.

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