Trump resucita la polarización con Rusia tras el ataque de EE UU en Siria

Vladimir Putin y Donald Trump.
Vladimir Putin y Donald Trump.
GTRES
Vladimir Putin y Donald Trump.

Donald Trump ha logrado que las grandes potencias de Europa incrementen su presión contra Bachar Al Asad y contra Vladimir Putin y Hasan Rohaní, aliados del primero en la guerra de Siria, después de haber respondido con misiles Tomahawk al supuesto ataque con armas químicas que EE UU atribuye a Damasco y que mató a más de 80 personas en Ján Shijún.

El ministro de Exteriores de Reino Unido, Boris Johnson, se alineó este lunes con el bombardeo ordenado por Trump contra la la base siria de Shayrat y aseguró que el G-7 (compuesto por EE UU, Francia, Reino Unido, Japón, Alemania, Italia y Canadá) y la alta representante de la UE para Asuntos Exteriores, Federica Mogherini, estudiarán esta semana la imposición de "más sanciones" a Damasco, Moscú y Teherán por su implicación en el uso de munición tóxica prohibida.

La acción también fue apoyada por los líderes de España, Francia, Chipre, Grecia, Italia, Portugal y Malta, que celebraron este lunes en Madrid la tercera cumbre de países del sur, y por Alemania. Mariano Rajoy rubricó, como anfitrión, una declaración conjunta que calificó la acción de EE UU como "comprensible". "Siria tiene que entender que es necesaria una transición y que ésta no se debe hacer sólo con los rusos e Irán", insistió François Hollande.

Acuerdo incumplido

La salida de Rusia de Siria y la necesidad de que Bachar al Asad dé un paso a un lado para facilitar la reconciliación entre sus partidarios y los rebeldes (a quienes Al Asad y Putin identifican con los terroristas del Estado Islámico, que también combaten en la zona, lo que complica aún más el escenario) es la nueva premisa de Washington, que hasta ahora no se lo había planteado como prioridad. Así se lo trasmitirá el secretario de Estado Rex Tillerson a las autoridades del Kremlin en la visita a Moscú que comienza este martes.

En opinión de la administración Trump, Moscú ha incumplido su parte en el acuerdo de eliminación de armas químicas en Siria que evitó en 2013 la invasión estadounidense y que fue forjado por Putin y Asad. "Creemos que ha llegado la hora de que los rusos se planteen seriamente su continuo apoyo al régimen de Asad", dijo Tillerson.

Tanto la petición como el uso de los destructores navales estadounidenses en el Mediterráneo para bombardear suelo sirio el pasado 8 de marzo han cogido por sorpresa a los observadores internacionales, que habían visto el "America first" ("América primero") que Trump usó como lema de campaña como un anuncio de repliegue exterior.

Los expertos consideran, sin embargo, que aún no existe un giro a favor del intervencionismo. "El ataque ni estaba planeado ni entra dentro de una estrategia coherente, pero su política exterior tampoco es tan incoherente. Salvo acciones de este tipo, sigue unos principios a los que siempre ha sido fiel y algunas líneas de Barack Obama: el no intervencionismo y el de desdeñar la diplomacia", detalló a 20minutos Itxaso Domínguez, investigadora de The U.S./Middle East Project.

Envío de buques a Corea

Al ataque en Siria le ha seguido el envío a la península coreana  del grupo naval de ataque con el portaaviones nuclear Carl Vinson a la cabeza. Esta es la respuesta de EE UU a la posibilidad de que el régimen de Corea del Norte -enfrentado a la vecina Corea del Sur- realice pruebas atómicas a lo largo de este mes en el 105 aniversario del nacimiento de Kim Il-sung (fundador del país) el 15 de abril, y el 85 aniversario del Ejército Popular de Corea el día 25.

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