Esta condena se produce después de que un jurado popular declarase culpable de dichos delitos al acusado. La sentencia considera probado que el 28 de julio de 2010 un ciudadano inglés se encontraba en el interior de un bar de Benalmádena cuando comenzó una discusión con otra persona, cliente de dicho establecimiento, a quien llegó a propinar un puñetazo en la cara sin causarle lesión.

Tras esto, fue expulsado del establecimiento y poco después, pero el mismo día, el hombre regresó al bar portando un revólver, para cuyo uso carecía de la preceptiva licencia de armas, y una vez allí disparó a un cliente que se encontraba en la terraza exterior del bar y que no pudo hacer nada por defenderse.

La resolución señala que el disparo le alcanzó y le provocó un shock hipovolémico que le produjo la muerte pocos minutos después.

Seguidamente el acusado se dirigió al interior del bar, y desde la puerta, a corta distancia, efectuó dos disparos a otra persona "con intención de acabar con su vida, sin que éste pudiera hacer nada por evitarlo", aunque los proyectiles no le alcanzaron.

Por este motivo, la Audiencia le condena a 17 años de prisión como autor de un delito consumado de asesinato, a ocho años de prisión por otro de asesinato en grado de tentativa y a un año y seis meses de prisión por un delito de tenencia ilícita de armas.

El acusado, nacido en Reino Unido, no quiso declarar ante el jurado popular, aunque su letrado sí dijo que su cliente no recordaba lo ocurrido, porque había bebido y consumido drogas, y que disparó pero con la intención de "asustar, de amedrentar" y no de asesinar a nadie.