El castañero, en peligro de extinción

Las tradiciones se van perdiendo. El tiempo no pasa en balde. El frío invierno se ha asociado siempre con el gorro, la bufanda, los guantes...y con castañas calientes. Sin embargo, el cambio climático y, en concreto, la subida de las temperaturas ha producido que se vaya perdiendo la figura de aquel castañero que perfumaba las esquinas más transitadas. La costumbre de comprar los típicos cucuruchos se va olvidando.

De esto se quejan los genuinos castañeros que, año tras año, esperan a los viandantes en las calles, al contrario de lo que ocurre con el boniato, que aumenta su consumo gracias a la llegada de inmigrantes. Pese a vivir las vacas flacas, esperan recuperar sus ventas, que este año han caído más de un 30%, y poder así disfrutar del típico olor de castañas asadas recién hechas. Como antaño.

Pero no es el único oficio que está en peligro de extinción. Aunque por diversas causas, la evolución económica y tecnológica ha apartado de nuestros barrios oficios como el de los fareros, hieleros, afiladores, pregoneros, hueveros o barquilleros. La amenaza se extiende a los oficios tradicionales. Es cada vez menos habitual ver a lecheros, zapateros remendones, disecadores, afiladores, pastores, guarnicioneros, esquiladores o herradores.

No obstante, algunas empresas y particulares se resisten a que esto se pierda, y luchan por conservar esta clase de oficios que se heredaba de padre a hijo, y que representa una época pasada, llena de vitalidad.

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