La detención se ha practicado el 26 de marzo, en uno de los dispositivos para prevenir la posible introducción de droga y que contó con el apoyo de un agente y de un perro especialista en la detección de estupefacientes, adscritos a la Unidad de Guías Caninos de la Jefatura Superior de Policía de Castilla y León.

Tras la detección del perro, la detenida manifestó voluntariamente a los agentes que portaba droga en su abrigo. Llevaba cinco 'bellotas' de una sustancia dura, de color marrón, al parecer hachís; y, en un pequeño envoltorio de papel, un teléfono móvil con su correspondiente cargador y una tarjeta micro SIM.

Los agentes detuvieron entonces a la mujer, como presunta autora de un delito contra la salud pública y seguidamente fue trasladada a dependencias policiales para la instrucción del correspondiente atestado, como han señalado desde la Subdelegación del Gobierno.

Dada la disposición de la sustancia intervenida, cabe presuponer que su destino era su introducción en el centro penitenciario para el tráfico ilícito. El peso de la sustancia intervenida es de 49,36 gramos y el beneficio económico que podría reportar alcanzaría los 308 euros.

Igualmente, desde la Subdelegación han destacado la "efectividad" de los dispositivos que se llevan a cabo para impedir la introducción de sustancias estupefacientes y de cualquier elemento "prohibido" a los internos en el centro penitenciario, "como pueden ser microteléfonos", que permitirían establecer un contacto con el exterior, al margen de lo establecido por las normas.

Muestra de ello es la detención de otra mujer, realizada el 5 de marzo, que intentaba introducir, oculta bajo las plantillas de su calzado, la cantidad de 143 gramos y 02,36 gramos, de lo que parecía ser hachís y heroína, respectivamente, además de un microteléfono.