Lejos de conformarse con salir en las fotos oficiales, Ivanka Trump se ha abierto paso en el centro de poder de la Casa Blanca, con una influencia creciente que podría ayudar a moderar las posiciones de su padre, pero también despierta dudas éticas sobre nepotismo y conflictos de interés.
Cuando Donald Trump asumió el poder en enero, Washington coqueteaba con el rumor de que su hija mayor podría sustituir a su esposa, Melania, en el papel de primera dama.
A Ivanka incluso le preguntaron, durante una entrevista en enero, si tendría una oficina en el ala este de la Casa Blanca, reservada a la primera dama. Nadie sabía, por entonces, que la empresaria de 35 años ya tenía reservado un espacio en la cotizada ala oeste, a pocos pasos del Despacho Oval.
Para no violar las leyes sobre nepotismo, la "primera hija" no recibirá un salario ni tendrá un cargo formal, pero asesorará a Trump en todo tipo de temas, aseguró Gorelick a la revista Politico.
Desde entonces, Ivanka ha ido al teatro en Broadway con el primer ministro canadiense, Justin Trudeau; se ha sentado al lado de la canciller alemana, Angela Merkel, durante su visita a la Casa Blanca; y se ha formado una cartera política propia en torno a los intereses de las mujeres trabajadoras y el cuidado infantil.
Pero el impacto de Ivanka no se limita a esos temas: es una integrante activa de uno de los dos grandes polos de poder en la actual Casa Blanca, aquel al que el ala populista -la liderada por el estratega Steve Bannon- llama despectivamente "los demócratas".
Muchos en Washington esperan que ese grupo modere las posiciones de Trump y le aleje de las incendiarias ideas de Bannon; y, de hecho, Ivanka y su marido ya han dado pasos como convencer al presidente de que no eliminara algunos derechos laborales concedidos en los últimos años a los trabajadores abiertamente homosexuales.
La definición del papel de Ivanka -y su decisión de usar la oficina que el equipo de Trump había reservado desde el principio para ella- ha despertado críticas de los expertos en normas éticas del Gobierno.
Según su abogada, Ivanka Trump se ha comprometido "voluntariamente" a seguir las reglas éticas de la Casa Blanca a pesar de no ser formalmente una empleada por no estar en nómina, algo que Eisen y Painter consideran insuficiente porque no está sometida a penas legales en caso de incumplimiento.
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