«No todos los casos» se arreglan, señala Carmelo Hernández, porque es necesario que ambos queden conformes. No ha habido acuerdo, por ejemplo, en el de un hombre al que su hermana denunció por quebrantar una orden de alejamiento. Él niega haberlo hecho. En el lado opuesto, el caso de María, que robó a su tía una tarjeta y le sustrajo el dinero, pero ahora han llegado a un entendimiento.
Gracias al trabajo de los mediadores, María ha reconocido «su error, ha devuelto el dinero y ha pedido disculpas a su tía», porque «asume la reparación» del daño, señalan. En otros casos, la mediación sirve para arreglar riñas vecinales, impagos de pensiones o herencias; pero no todos surten tan buen efecto.
Hace unos días, un hombre se entrevistó con Pablo Cuéllar y Carmelo Hernández porque un compañero le había denunciado por quebrantar una orden de alejamiento. Acudía ilusionado, y, aunque agradeció la oportunidad, negó en todo momento haber delinquido.
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