Cualquiera que haya estado en las mesas redondas de nuevos autores en otras ediciones de la Seminci podría cerrar los ojos y creer que se ha teletransportado al pasado, o tener la sensación extraña de haber vivido antes esa misma situación. Un Déjà vu cinematográfico.
Hacer una primera película es una de esas «improbabilidades estadísticas que muy pocos consiguen», define Rodrigo Cortés (Concurso). A unos les resulta más fácil, «unos privilegiados que hemos tenido financiación y subvenciones», reconocía Tristán Ulloa, (Pudor). Otros, como Antonio González-Vigil (Naranjo en Flor) han tenido que «hipotecar su casa y la de algún familiar», porque han presentado el proyecto a ministerios y televisiones, con el no siempre por respuesta. Algo parecido a lo que han vivido Maitena Muruzábal y Candela Figueira, (Nevando voy), «con cuatro duros, ayuda de amigos y fabricando los travelling con tubos», reconocieron. ¡Qué duros son los inicios!
Todavía a tiempo
Algunos de los nuevos directores ya han pasado por las salas del festival, otros estarán en la pantalla los próximos días. Si alguien tiene un gusto especial por las operas primas está a tiempo de ir a Nevando voy, de Maitena y Candela, a las 16.00 horas, mañana, en el Roxy. En el mismo cine podrá verse Naranjo en Flor, el viernes a las 19.00 horas. El sábado, sesión doble: El Niño de Barro (16.30) y Pudor (22.30) en Casablanca.
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