Padres de dos hijas emigradas: "Hace dos años que no conseguimos juntar a la familia"

Miguel Ángel y Maite, con sus tres hijas Paula, Andrea y María.
Miguel Ángel y Maite, con sus tres hijas Paula, Andrea y María.
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Miguel Ángel y Maite, con sus tres hijas Paula, Andrea y María.

En abril hará dos años que la familia no se reúne. Por eso les ha costado tanto encontrar una fotografía en la que salgan los cinco: los padres, Miguel Ángel y Maite, con sus tres hijas, María (41), Andrea (37) y Paula (26). El motivo, que cada una de las chicas reside en un país diferente. España, India y Alemania.

"La última vez que coincidimos todos fue en una boda en 2015 y la próxima vez que nos veamos, si hay suerte, será en verano, pero no está del todo claro que Andrea pueda viajar desde India, ni que coincida en las mismas fechas que Paula, si es que finalmente viene", dice, medio resignado, su padre, Miguel Ángel.

Esta familia es el vivo retrato de una realidad sociológica habitual en España, la de las familias que tienen a sus jóvenes en la emigración. Aunque el número de españoles nacidos en España que se inscriben en consulados de los países donde residen se frenó el año pasado, todavía lo hicieron 65.000 el año pasado (70.000, el año previo), según el último padrón del INE.

Miguel Ángel y Maite solo tienen a una hija, la mayor, residiendo en España. "Y María no se ha ido fuera por una razón muy sencilla, tiene tres hijos", explica su padre. Motivos no les faltaron, sobre todo en los años de mayor crisis, cuando los trabajos de arquitecto que tenían la primogénita y su marido escaseaban todavía más en España. "Ahora están bien, pero ha habido unos años en los que la situación fue distinta y se plantearon salir. Donde más oportunidades había era en Oriente Medio, pero con niños pequeños era un lío".

Su hija mediana se llama Andrea y lleva desde junio de 2016 de profesora de español en la India, aunque antes vivió y trabajó en Paraguay y Guinea. Andrea encarna el perfil de joven altamente cualificada que intentó buscar un trabajo en España, pero no lo consiguió. Pese a tener una licenciatura, un máster en gestión cultural y "multitud de cursos", refiere su padre. Su periplo lo cuenta ella, en primera persona y estupendamente, en un relato "Irse, volver y volver a irse" colgado en la página de Marea Granate, el foro de los españoles emigrados que enmarcan su situación en la falta de oportunidades en España. "Intenté abrirme camino. Mandar CV, ir a sitios, registrarme en todo tipo de portales de empleo, hablar con mucha gente... En seguida se me cayó el alma a los pies al ver el panorama", refiere Andrea.

La pequeña de la familia, Paula, terminó los estudios de Historia del Arte, "con un expediente buenísimo" presume el padre, pero no vio salidas laborales en las cercanías e hizo una maleta para pasar unos días en Alemania. Se marchó sin saber el idioma y con la intención de buscar un trabajo. De esto hace ya tres años. Ahora mismo cuentan sus padres que está "tirando de ahorros de sus empleos como cuidadora de niños y camarera" y cursando un máster de Arte Islámico en la Universidad de Bamberg. Y todavía no encuentra fecha para el retorno.

"Quiero pensar que volverán", dice Miguel Ángel, resoplando hondo antes de enunciar la frase. Pero de momento él y su mujer se conforman con que la mediana, Andrea, se instale más cerca. Sueñan con tenerlas a todas en Europa. Así resultaría más fácil ir a verlas, como ya han hecho en alguna ocasión con la hija menor, la que vive en Alemania.

Lo más duro de tener a las hijas repartidas por el mundo es la preocupación que se siente cuando enferman o las cosas no les van del todo bien, explican los padres. Aunque verles la cara a través de Skype "alivia bastante". Paula y Andrea echan de menos a los amigos y a la familia, a quienes más a los tres sobrinos. "Gozan mucho viéndoles la cara por Skype y les encanta recibir mensajitos de voz y dibujitos por el Whatsapp", confiesa Miguel Ángel. "Crecen tan rápido que verlos cada año y medio es demasiado".

A Maite le viene a la cabeza su hija Andrea cuando escucha a los políticos decir que los jóvenes españoles salen al extranjero para ampliar su formación y no ante la falta de oportunidades. "Que se lo digan a mi hija... ella querría estar viviendo aquí y no puede. Es al Gobierno al que le viene bien cuantos más salgan, que así menos problemas tienen con los jóvenes. No, ellos no salen a formarse, que están muy formados. Lo que no hay aquí es trabajos a la altura de su cualificación", defiende con pasión de madre.

Este matrimonio madrileño no es el único de su entorno con hijos que se han tenido que marchar al extranjero. Explican que han tenido muchos años a una sobrina en la Isla de la Reunión, a otro en Catar y un tercero está ahora en Escocia. "Pero estas parejas solo tenían a uno fuera. Nosotros tenemos a dos, una cuota muy alta", lamenta Miguel Ángel.

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