En Cáritas tienen que tirar parte de la ropa que llega

  • El 30% de las prendas que recibe la ONG coruñesa está destrozada y sin solución.
  • Hay un taller de lavado y costura para las que tienen arreglo.
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Las voluntarias afirman que necesitan más personas para ayudar.(M. F.)
Las voluntarias afirman que necesitan más personas para ayudar.(M. F.)
Las voluntarias afirman que necesitan más personas para ayudar.(M. F.)
La generosidad mal entendida da trabajo. Y no es una forma de hablar. A cada prenda destrozada y a cada juego roto que llega a Cáritas, una voluntaria le dedica el tiempo necesario para saber si vale para dar a los necesitados o no. Y el 30% de la ropa que los coruñeses entregan a esta organización,
sólo sirve para tirar.

Prendas destrozadas, llenas de manchas imborrables y hasta cagadas forman parte de las donaciones que llegan al ropero de Cáritas. Un local en la Sagrada Familia (Reyes Magos, 2), donde se acumulan decenas de bolsas aún sin abrir, porque las 30 manos de las 15 voluntarias que acuden allí a diario no dan para más.

De lunes a viernes, de 9.00 a 13.30 y de 17.00 a 20.00 horas, estas mujeres se dedican a examinar las prendas, a catalogarlas y a atender a las personas que acuden con donaciones.

Cada día llenan unos dos contenedores de basura con ropa que no sirve para nada. Y cada semana un camión del servicio municipal de recogida de basura acude dos o tres veces a recoger estos depósitos para llevarlos a Nostián.

En ellos sólo va lo insalvable. Si un cosido, un lavado y un planchado le da una segunda oportunidad a la prenda, se le da en el taller de Cáritas, en el que un grupo del mujeres gitanas aprenden a realizar estas tareas.

Es un programa de integración sociolaboral de la ONG, al que se suma la ayuda que les ofrece vendiéndoles bolsas de ropa a tres euros para que después la revendan en los mercadillos. «Es la forma que tienen ellas de ganarse la vida», explica Andrea Lago, trabajadora social.

Cáritas también les cobra a las personas con algún sueldo (dos euros por bolsa). Para el resto, es gratis.

Menos indigentes y más inmigrantes

Andrea Lago, trabajadora social de Cáritas, explica que el perfil del usuario del ropero ha cambiado mucho en los últimos cinco años. Antes acudían indigentes y coruñeses con pensiones muy bajas. Ahora prácticamente toda la ropa se reparte entre inmigrantes.

«El 80 o el 90% va para ellos», explica. En total, cada semana acuden unas 60 personas a recoger ropa. Pueden ir los martes y los jueves de 9.00 a 11.00 horas. En el ropero se les da no sólo prendas de vestir, sino también ropa de cama, menaje y juguetes para sus hijos.

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