Seis colosales proyectos de arquitectura para Moscú que los soviets no llegaron a construir

  • 'Imagina Moscú' presenta media docena de proyectos de entre 1920 y 1930 para convertir la capital de la república comunista en una ciudad de prodigios.
  • Entre ellos está el inmenso Palacio de los Soviets, que Stalin ordenó elevar hasta 495 metros, y cuyos materiales fueron reutilizados para fabricar armas.
  • El artista Lissitzky diseñó 'Nube de acero', un conjunto de ocho rascacielos que funcionarían como una microciudad con viviendas y oficinas.
Uno de los proyectos enviados al concurso para la construcción de complejo administrativo en la Plaza Roja
Uno de los proyectos enviados al concurso para la construcción de complejo administrativo en la Plaza Roja
Courtesy Schusev State Museum of architecture
Uno de los proyectos enviados al concurso para la construcción de complejo administrativo en la Plaza Roja

El impulso emotivo, ideológico y social de la Revolución Rusa de 1917, de la que ahora se cumple un siglo, no sólo empapó el arte plástico con el deseo de buscar nuevos lenguajes. Los soviets también deseaban marcar con su sello la topografía urbana de Moscú e impulsaron grandiosos proyectos de arquitectura. Eran tan ambiciosos y, en ocasiones, desmesurados, que los más notables nunca pasaron de la planimetría y jamás fueron construidos.

La exposición Imagine Moscow: Architecture, Propaganda, Revolution (Imagina Moscú: arquitectura, propaganda, revolución) recupera media docena de aquellas iniciativas, todas datadas entre 1920 y 1930, que no prosperaron por la desmesura de los costes, el mal diseño y, sobre todo, por la cercanía de la II Guerra Mundial, que concentró todos los esfuerzos técnicos y económicos de la URSS. La exposición está organizada por el Museo del Diseño de Londres, que la programa entre el 15 de marzo y el 4 de junio.

Centrándose en seis puntos de referencia arquitectónicos planeados para las inmediaciones de la Plaza Roja de Moscú, la exposición explora cómo los esquemas de los proyectos "reflejaban los cambios en la vida cotidiana y la sociedad después de la revolución de octubre". Planos arquitectónicos a gran escala, maquetas y dibujos raramente vistos figuran junto a carteles de propaganda, objetos textiles y de porcelana y revistas de la época.

El nuevo poder soviético quería abordar la "transformación de Moscú en una ciudad renacida" como la nueva capital de la URSS —desde 1712 hasta 1918 la capital era San Petersburgo—, pero también como "centro internacional del socialismo".

'Nuevo futuro, nuevos simbolismos'

En la búsqueda de un "nuevo futuro", los arquitectos pretendían introducir "nuevos simbolismos, nuevos monumentos y nuevas instituciones", creando fábricas, teatros, viviendas comunales y ministerios.

Se trataba de "proyectos de ensueño", en ocasiones con un alto grado de utopía, que debían sugerir una "realidad alternativa" en áreas como la industrialización, planificación urbana, aviación, comunicación, vida comunitaria y recreación.

Sobre una catedral demolida

El más conocido de los diseños de la exposición es el Palacio de los Soviets, que debía ocupar el solar de la  la Catedral del Cristo Salvador, el templo ortodoxo más grande del mundo, dinamitado por orden del poder comunista en diciembre de 1931. La URSS encargó quince proyectos a la flor y nata de los arquitectos de vanguardia del primer tercio del siglo, entre ellos Le Corbusier, Gropius, Mendelsohn y Poelzig, expectantes ante las posibilidades sociales del experimento de la URSS.

Todos fueron rechazados porque a Stalin, presidente y miembro con derecho a voto del jurado, no le parecía que ninguno era digno de los valores de la república de los soviets, que por lo visto reducía a la envergadura y la magnificencia. La decisión fue elegir una monolítica y clasicista propuesta de Boris Iofán —tildada por Le Corbusier como una “trágica traición” y un “insulto al espíritu de la Revolución soviética”—, culminado con una inmensa estatua de Lenin que elevaba la construcción a 495 metros, dimensión ordenada en persona por Stalin para superar al Empire State de Nueva York.

La mayor piscina al aire libre del mundo

La construcción se inició en 1937, pero pronto fue abandonada tras la invasión nazi de 1941. La estructura de acero fue reutilizada para fortificaciones, puentes y materiales bélicos y los cimientos se convirtieron en la piscina al aire libre más grande del mundo. Entre 1995 y 2000 la catedral fue reconstruida siguiendo con exactitud el diseño del templo original.

Con su sorprendente estética futurista, el complejo Nube de acero (1924), del versátil Ed Lisitski —pintor, diseñador, fotógrafo, maestro, tipógrafo, y arquitecto—, pretendía ser una microciudad integrada por ocho rascacielos basados en la interconexión horizontal. El plan de Lissitzky abordaba el problema urbano más acuciante de Moscú, el hacinamiento y la insuficiencia del transporte público.

El complejo de edificios estaba diseñado para albergar viviendas y oficinas para minimizar los desplazamientos. Los pisos superiores serían residenciales y en las plantas inferiores habría nuevas estaciones de tranvía y metro. Era una idea utópica basada en las teorías del artista sobre la trimensionalidad y lo que llamaba las nubes de hierro, estructuras abovedadas proyectadas como segundos cielos.

'Congregar todo el conocimiento humano'

Imagine Moscow también incluye El Instituto Lenin de Ivan Leonidov (1927), una monumental biblioteca y planetario de forma circular, que pretendía "congregar todo el conocimiento humano y educar al nuevo hombre soviético", y la Casa Comunal (1920) de Nikolái Ladovski, que deseaba contribuir a "revolucionar la estructura familiar tradicional y transformar el papel de la mujer en la sociedad", mediante la construcción de unidades de habitación en edificios con estructura espiral.

Otro proyecto estalinista de la misma época desató es el Narkomtiazhprom (1934-1936), un inmenso complejo oficial y administrativo que debía rodear la Plaza Roja de Moscú por el norte y el este. Convocado un concurso desde un comisariado gubernativo, llovieron las ideas: 120 diseños fueron presentados, desde rascacielos futuristas de cristal que iluminarían la noche y serían visibles desde centenares de klómetros a la redonda, hasta moles imperiales.

Eszter Steierhoffer, curator de la exposición, resalta que la revolución soviética y sus "consecuencias culturales representan un momento heroico en la historia arquitectónica y del diseño", con obras radicales que, pese a no llegar a término, "todavía inspiran el trabajo de los arquitectos contemporáneos" y "siguen siendo altamente relevantes para las ciudades de hoy". La muestra, añade, "reúne a un inesperado elenco de monumentos arquitectónicos fantasma" que "sobreviven a pesar de no haber sido realizados".

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