"El problema está cuando puedes encontrar algunos disfraces infantiles en un sex shop"

Ejemplos de disfraces infantiles hipersexualizados.
Ejemplos de disfraces infantiles hipersexualizados.
(LAIA MASERAS/PATRICIA RIVERA/WARNER)
Ejemplos de disfraces infantiles hipersexualizados.

El disfraz se llama 'Enfermera sexy' y está disponible para cuatro rangos de edad: de uno a tres años, de cuatro a seis, de siete a diez y de once a catorce. Viene acompañado de una imagen que ha sido manipulada con photoshop para mostrar el rostro de una niña en el cuerpo de una mujer adulta con unas curvas que no se corresponden en absoluto a los rangos de edad indicados.

La imagen, tomada por la gallega Carolina Rodríguez el dos de febrero "en un chino de mi barrio", corrió por Internet en estos días previos a Carnaval como la pólvora alentada por Hematocrítico, un conocido tuitero gallego al que siguen más de 110.000 personas, convirtiéndose en el ejemplo más exagerado de un fenómeno innegable: el de los disfraces infantiles hipersexualizados. Un fenómeno criticado por Ada Colau, que aseguró que los disfraces sexis para las niñas "también son violencia machista" y que tuvo una polémica paralela tras hacerse público el cartel de una de candidaturas a reina infantil del Carnaval de Lanzarote, que mostraba a una niña de nueve años maquillada y vestida como una vedette.  La última noticia procede de Facua, que ha pedido a la Fiscalía que investigue el disfraz de enfermera, distribuido por la empresa Disfraces Alegría SL.

Pero no es una indignación nueva en absoluto.  De hecho, ese mismo disfraz de enfermera sexy que denunciaba Carolina Rodríguez ya fue puesto en la picota en Twitter por Patricia Rivera en enero de 2016 junto a otro de una bombera que enseñaba pierna y lucía zapatos de aguja y una vaquera pizpireta. Por las mismas fechas el blog El laboratorio de mamá lo denunció junto a otra foto de una niña disfrazada de policía con minifalda.

No, definitivamente lo de que en los disfraces se hipersexualice a las niñas, un fenómeno heredero problablemente de la deriva que también han tomado los disfraces adultos,  no es una polémica nueva, pero arrecia cada año.

"Estos disfraces llaman tanto la atención porque son niñas muy pequeñas a las que se sexualiza", asegura Yolanda Iglesias, experta en género y máster en políticas de igualdad que lleva veinte años trabajando con distintas asociaciones de mujeres.  Iglesias ve lógico que cada vez estos productos aparezcan al tiempo que se incrementan las críticas: "saltan las alarmas porque vamos avanzando y se va creando cierta conciencia. Las sociedades son muy contradictorias. A la vez que la sociedad se vuelve más hedonista y el culto a la belleza se traslada también a los hombres, hay una mayor denuncia sobre estos temas".

No solo pasa con los disfraces baratos de los bazares

Todos los ejemplos enumerados anteriormente son disfraces baratos de bazares, pero las críticas también alcanzan a otro tipo de disfraces que incluso pagan caras licencias y que se venden en establecimientos de mayor postín. Disfraces de profesiones, superheroínas y princesas que también aparecen ajustadas y con minifaldas, y suelen ir acompañados en cajas y catálogos con fotos promocionales que no muestran precisamente a las niñas en actitud de juego y jamás ponen una foto de una niña dentro del traje de Spiderman o de un niño en uno de princesa, aunque los disfraces también sean juguetes sin género.

"El gran problema está cuando encuentras el mismo disfraz en una juguetería que en un sex shop como me pasó a mí. Pero en cualquier tienda de disfraces o jugueterías pasa lo mismo, no lo vemos porque no es tan claro, tan escandaloso", explica la maestra Alba Alonso Feijoo, que mantiene la web reivindicativa Real Kiddys y es autora de una tesis sobre los estereotipos de género en la literatura infantil.

Alonso recalca que las profesiones están especialmente estereotipadas: "Los  disfraces más profesionales van dirigidos casi siempre a los niños, con fotos de chicos, aunque las niñas también se los podrían poner y aparecer. Y si hay una versión para niñas, va a ser ajustada y con falda, cuando tú no ves casi nunca por ahí a una policía con falda y tacones. No es una hipersexualizacion exagerada, pero sí que es algo sin sentido. ¿Dónde ves una enfermera que vaya con faldita?".

La maestra, impulsora de la campaña #SoyQuienDecide, hacer ver que además "en los catálogos aparecen maquilladas, no exageradamente, pero sí pintadas. ¿Para qué? Y luego están con actitudes de niña mona, como que la belleza siempre es lo importante. Las poses de las niñas me dan repelús. Deberían aparecer jugando".

¿A dónde conduce la hipersexualización de la infancia?

Yolanda Iglesias apunta a que "si no comprásemos esas cosas, no se venderían". Completamente cierto.  ¿Y por qué se venden?. Según la experta porque "está tan normalizado que muchas familias ni se dan cuenta".

Pero Iglesias cree que es algo que tomarse muy en serio y que las críticas a este tipo de disfraces están justificadísimas: "El problema de sexualizar la infancia es que refuerza los estereotipos que a lo largo de nuestra vida como mujeres vamos cargando en la mochila. Supone exponerlas a una realidad que también sufrimos de mayores, moldearlas desde la más tierna infancia transmitiendo que contruyes tu identidad en función de lo que le gustes a los demás. Es un disfraz para ir guapa. Su objetivo no es ser divertido, sino ser un objeto para que los demás te admiren".

Gemma Almena, psicóloga y orientadora en varios centros escolares públicos apunta otra posible consecuencia de esta sexualización temprana: "estamos llevando el mundo del adulto al mundo del niño, sobre todo en el terreno del disfraz que tanto tiene que ver con la imaginación y la creatividad. Al final lo que hacemos es reducir el mundo del niño a nuestro mundo y nuestros tabúes y prejuicios y eso, efectivamente, recorta la infancia. Las niñas se ven muy perjudicadas, porque empiezan a tener unas conductas de imitación mucho antes de lo que corresponde y muy orientadas a un tipo de rol de la mujer que se mueve en torno a los conceptos machistas: tenemos que estar sexys, preparadas, guapas, para que la sociedad nos acepte. Como objetos de admiración".

"Es importante pensar un poco qué le estas transmitiendo en cuanto a autoestima a tu hija poniéndole un disfraz de bombera que realmente no llevan las bomberas. Le estás diciendo que vale en función de lo que los demás opinen de ella", concluye Yolanda Iglesias.

¿Y cómo deberían ser los disfraces de nuestros hijos?

Siempre hay que tener presentes las recomendaciones de las organizaciones de consumidores, que se repiten tanto en Halloween como por estas fechas, y apuntan a que los disfraces infantiles se consideran juguetes y deben cumplir con los mismos requisitos de seguridad y normas específicas.

Recomiendan buscar el etiquetado CE y vigilar especialmente que tengan una adecuada ventilación, especialmente importante en las máscaras, y que no sean inflamables. Si se emplean maquillajes hay que leer bien el etiquetado, en el que deberá constar, como mínimo, el nombre del producto, el fabricante e importador, incluida su dirección, la fecha mínima de caducidad, el número de lote y sus componentes.

Pero hay consejos que van más allá de la seguridad física de los pequeños.

Gemma Almena recalca la importancia de que el niño pueda elegir lo que va a ponerse: "El concepto de disfraz no tiene nada que ver con una caja con una niña disfrazada de enfermera sexy. Ni siquiera llamaría a eso disfraz. Los disfraces infantiles tienen que ser abiertos, flexibles, que los niños  se sientan identificados con ellos. La regla principal es el niño elija el disfraz".

Alba Alonso reconoce que "a veces puede resultar difícil", pero recomienda a los padres que "sean creativos, con cuatro cosas puedes montar un disfraz. Y a los niños les va a encantar porque pasas tiempo con ellos. La infancia es una época muy bonita, disfrazarse es algo chulísimo. Te puede servir para buscar modelos. Por ejemplo, si quieres ser astronauta, puedes investigar sobre astronautas que hayan hecho cosas importantes y disfrazarte de uno en concreto".

¿Qué hacer si no hay otra opción que comprarlo? Pues "huir de lo estereotipado" recomienda Alonso. También de "lo típico, lo de siempre", porque "si no al final nos quedamos en que todas ellas van de Frozen y ellos de Spiderman. Un aburrimiento".

Yolanda Iglesias, por su parte, recalca la importancia de buscar disfraces que "rompen los estereotipos asignados al hombre y a la mujer".  Y aconseja en primer lugar que sean "disfraces cómodos, que partan de los intereses de la niña o el niño y que sean adaptados a su edad y a lo que van a hacer".

¿Y cómo obrar si nuestro hijo o nuestra hija se empeña en llevar un disfraz que nos chirría? Gemma Almena defiende que si una niña quiere ir de princesa, no debe negársele, "porque no deja de ser un rol que estimula su creatividad".  Pero hay límites infranqueables  como el de la enfermera sexy, que "no entraría ni dentro de la cuestión y que, si lo piden, se podría aprovechar para establecer ciertas normas y negociar".

Mostrar comentarios

Códigos Descuento