Opuestos

En contra de donar... Jorge Martínez. Tiene 33 años. Es madrileño, vive en las afueras de Madrid y trabaja como camarero en un bar. Afirma que él nunca donaría sus órganos, por motivos religiosos.

¿Donaría sus órganos? No, porque el alma y el cuerpo están relacionados y creo que hay algo más allá de la muerte. Cuando se dona un órgano, todavía tiene uno que estar respirando, si no, no se podría donar.

¿Tiene miedo de que los médicos se equivoquen? No es por los médicos. Es que es muy artificial. Tienen que mantenerte vivo artificialmente, sacarte el órgano... Y luego tu cuerpo se va distinto de como llega.

¿Conoce gente que haya donado o que se haya beneficiado? No. Por ahora no conozco a nadie.

¿Cree que hay mucha gente en Madrid que done sus órganos? No. La mayoría no lo hace, pero por comodidad. Hay poca gente que tenga ideas como las mías  y yo soy consciente de ello.

A favor de donar... Cristina Javierre. Tiene 64 años. Es ama de casa. Lleva consigo las tarjetas que indican que es donante de órganos, para que no tengan que decidir por ella sus familiares.

¿Donaría sus órganos? Claro. A mí no me harán falta y a otra gente, sí. Además, en vida también dono sangre.

¿No le da miedo de que los médicos se equivoquen? He tenido cuatro anginas de pecho, tres infartos y una operación de corazón. A mí ya nada me da miedo. Además, cuando ya vas a donar, los médicos no tienen dudas.

¿Conocer alguien que lo haya donado o que se haya beneficiado? Sí. Mi hermano donó sus ojos. Y el marido de una amiga recibió un riñón y ahora está perfectamente. Hay una palabra que se llama solidaridad y hay gente que la practica.

¿Cree que hay mucha gente que done sus órganos en Madrid? Sería fantástico, pero la mayoría no lo hace. De lo contrario, no sería tan difícil conseguir uno cuando hace falta.

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