El Louvre reúne en una muestra histórica 12 de los 35 cuadros conocidos de Johannes Vermeer

  • Además de obras decisivas del genio de la luz y la belleza de la vida cotidiana, el museo parisino exhibe pinturas de artistas con los que mantuvo contacto.
  • 'Vermeer y los maestros pintura de género' rompe con la leyenda de que la 'Esfinge de Delft', como le llamaban, fue un recluso que vivía aislado.
  • Desde el museo sostienen lo contrario: a de encuentros con otros artistas, Vermeer 'actuó como agente de la metamorfosis' durante la edad de oro del Barroco.
'La muchacha del collar de perlas', un ejemplo de la subyugante luz de los cuadros de Vermeer
'La muchacha del collar de perlas', un ejemplo de la subyugante luz de los cuadros de Vermeer
Berlin, Staatliche Museen zu Berlin, Preußischer Kulturbesitz, Gemäldegalerie © BPK, Berlin, Dist. RMN-Grand Palais Jörg P. Anders
'La muchacha del collar de perlas', un ejemplo de la subyugante luz de los cuadros de Vermeer

Aunque hoy es uno de los pintores más populares de la historia del arte, Johannes Vermeer (1632-1675), el genio holandés del Barroco, fue un autor casi olvidado hasta finales del siglo XIX, cuando un historiador francés reivindicó su importancia. Desde entonces goza de una categoría de universal fama pese a que sólo se tiene constancia de la existencia de 35 cuadros que salieron de sus pinceles.

El Museo del Louvre organiza la más importante exposición sobre el pintor desde hace más de seis décadas. Vermeer et les maîtres de la peinture de genre (Vermeer y los maestros de la pintura de género) reúne una docena de lienzos del artista, la tercera parte de todos los conocidos. La muestra se celebra del 22 de febrero al 22 de mayo, es considerada la gran cita museística de la temporada y tiene carácter histórico no solo por la importancia del contenido.

Entre los cuadros del holandés —que nació, vivió y murió en Delft, ciudad del sur de Holanda—, se podrán ver La lechera, La callejuela, Mujer con balanza, Joven de amarillo escribiendo una carta, Dama escribiendo una carta con su sirvienta, La muchacha del collar de perlas, Dama sentada al virginal, El astrónomo, El geógrafo, La encajera y Alegoría de la fe.

Solo por la reunión de estas obras, con préstamos de museos estadounidenses, británicos, alemanes y holandeses, la exposición de París se convierte en decisiva. Entre ellas están parte de los retratos de muchachas iluminadas por la luz lateral, intensa y transparente, de ventanales, símbolos de revelación y pureza que convirtieron a Vermeer en un mito. Es un misterio quiénes son las modelos, pero es mas que probable que se tratase de las hijas del artista.

La mejor colección reunida en décadas

Aunque faltan dos de las obras maestras, El arte de la pintura y La joven de la perla, en los que alcanzó un nivel altísimo de naturalidad, composición compleja y espacios inundados de luz, Vermeer y los maestros de la pintura de género es la mejor colección reunida en décadas de la nueva ola de la pintura del tercer cuarto del siglo XVII en Holanda, cuando en la república, orgullosa de su poder económico e imperial, surgió una élite que exigía un arte que reflejara su prestigio. La pintura mostró por primera vez la representación de los ámbitos domésticos de una burguesía civilizada.

La exposición, organizada por el Louvre en colaboración con la Galería Nacional de Irlanda (Dublín) y la Galería Nacional de Arte de Washington (EE UU), echa por tierra la idea, bastante extendida, de que Vermeer, una persona que pasó apreturas económicas —tuvo 15 hijos, tenía que ayudar en la taberna que regentaba su madre para obtener ingresos extra y murió dejando endeudados a sus herederos—, fue un genio solitario que vivía y pintaba en soledad.

Elimina la leyenda del 'artista recluso'

Los promotores sostienen, al contrario, que el pintor mantuvo fructíferas y largas relaciones con otros artistas de su tiempo, el llamado Siglo de oro neerlandés. El conjunto de cuadros reunidos en el Louvre, tanto los de Vermeer como los de otros pintores de su estilo, "elimina la leyenda del artista recluso que vive en su propio mundo inaccesible y silencioso".

El temperamento de la Esfinge de Delft, como le bautizó Théophile Thoré-Bürger, el crítico que en 1866 redescubrió al genio, al que todo el gremio académico y artístico había olvidado, "se hizo distinto a través de encuentros con otros artistas", a los que trató y con los que intercambió pareceres, técnicas y gajes del oficio. "Vermeer hizo algo más que lanzar un nuevo movimiento: actuó como agente de la metamorfosis [de la pintura de finales del siglo XVII]", afirman taxativos desde el Louvre.

'Fascinantes relaciones'

Entre las "fascinantes relaciones" que mantuvo el maestro, que sólo pintaba, al parecer, dos cuadros al año, quizá por encargos de benefactores y mecenas y tamboén por desinterés hacia el comercio público de la pintura, aparecen artistas como Gerrit Dou, Gerard Borch, Jan Steen, Pieter de Hooch, Gabriel Metsu, Caspar Netscher y Frans van Mieris, todos representados con obras en la muestra del Louvre.

Esta "red de pintores", como los llaman en la pinacoteca parisina. Mientras "se admiran, inspiran y compiten entre sí", todos aspiraban, como Vermeer, a bañar de luz los óleos, dando un fuerte elemento sensual a la iluminación, y mostrar escenas de cotidiana intimidad. El repaso por los cuadros convierte al espectador, como sucede de manera especialmente pasmosa en algunas piezas de Vermeer, en un intruso que ha interrumpido un momento personal de importancia para los modelos.

'Nunca fue un pintor de multitudes'

Aunque la supuesta soledad creativa de Vermeer queda en eliminada por el estilo común del grupo, en el Louvre matizan que el holandés "nunca fue un pintor de multitudes", pero insisten en que "su temperamento artístico se hizo más distinto a través de los encuentros con otros artistas" y la enigmática idea del "genio solitario" con que Thoré-Bürger redescubrió al maestro era una fórmula para "promover la imagen del pintor" más que una realidad.

Pese a que no alcanzara la excelencia creativa "en aislamiento del arte de su tiempo", la docena de obras de Vermeer vuelven a poner de manifiesto el dominio magistral de la luz y las texturas de uno de los pintores más admirados de la historia, el más brillante del Barroco neerlandés y, pese a la escasa cantidad de obra conocida, un referente amado por el público y la crítica.

'Rivalidad profesional'

Aunque los artistas que congrega el Louvre trabajaron en diferentes ciudades de los Países Bajos, técnica, estilo, temas y composiciones "muestran similitudes similitudes considerables". La "calidad excepcional de sus creaciones se puede atribuir en parte a la rivalidad profesional", añaden los organizadores.

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