Dibujo y escultura, conectados por lazos dinámicos y reiterados

  • En apariencia encontrados, el dibujo y la escultura son interdependientes.
  • La exposición 'La línea escultórica' presenta casos de recíprocos lazos entre una y otra disciplinas desde el siglo XV al XX.
  • Los escultores Bandinelli y Giacometti fueron también consumados dibujantes, a veces para abocetar obras antes de abordarlas y otras para registrarlas en papel.
Rodien no miraba el papel mientras abocetaba: no sepaba la visión de la modelo. El efecto es de movimiento.
Rodien no miraba el papel mientras abocetaba: no sepaba la visión de la modelo. El efecto es de movimiento.
The J. Paul Getty Museum, Los Angeles
Rodien no miraba el papel mientras abocetaba: no sepaba la visión de la modelo. El efecto es de movimiento.

El dibujo y la escultura parecen ser prácticas profundamente diferentes, pero para muchos artistas ambas disciplinas están íntimamente entrelazadas y resultan complementarias. La escultura puede servir como tema para los dibujos, mientras que dibujar a menudo juega una parte vital del proceso de la escultura.

A través de una selección de dibujos y esculturas de entre finales del siglo XV y el XX, una exposición en el Museo J. Paul Getty, en Los Ángeles (EE UU) examina la "interacción dinámica" entre los dos medios. La muestra, que está en cartel hasta el 16 de abril, tiene un título que hace referencia a esos lazos: The Sculptural Line (La línea escultórica).

"Desde el Renacimiento, la práctica del dibujo después de la escultura antigua ha jugado un papel central en la formación de los artistas", explica el director del museo, Timothy Potts. Los bocetos de la obras escultóricas servían como "repertorio de inspiración", porque la estatuaria clásica se basaba en la "encarnación de las proporciones perfectas" y en un "inigualable atractivo estético y expresivo", razones más que suficientes para que los dibujantes usaran la escultura como motivo.

Pero también, añade Potts, se da el caso contrario. La exposición incluye obras obras de artistas contemporáneos que utilizan la escultura para "experimentar con el movimiento y la posición del cuerpo antes de representarlo en papel o lienzo". Un segundo uso del dibujo basado en la escultura es el de quienes desean "registrar" o dejar constancia sobre papel de una obra en tres dimensiones que no es posible copiar con facilidad.

Antes de comprometerse con los gastos

En todos los períodos, los dibujos han servido como "diseños preparatorios" para la escultura. Así se llegaba a acabados modelli (modelos) dibujados, donde los escultores culminaban y perfeccionaban las ideas antes de comprometerse a los gastos de mano de obra y materiales de la pieza esculpida.

La pieza Femme Debout I (Mujer de pie I, 1960), de Alberto Giacometti, inicialmente concebida por el artista como parte de un grupo de bronces monumentales para ser colocado al aire libre en Manhattan, fuel el resultado de un intenso trabajo de bosquejos en papel del escultor, consumado dibujante. No convencido del todo del resultado, que no terminaba de ver en los bocetos, el escultor abandonó el proyecto y las piezas se vendieron por separado.

'Mis dibujos son el resultado de mi escultura'

En otros casos, los dibujos sirvieron como un registro del trabajo terminado de un escultor antes de que saliera del taller y se enfrentara a la mirada pública. Estas reproducciones funcionaban como ricordi. Auguste Rodin, que necesitaba dibujar cada día, escribió en una carta a un amigo: "Mis dibujos son el resultado de mi escultura".

El delicadísimo Sphinx (Esfinge), que Rodin dibujó a finales del siglo XIX, pertenece a un grupo de obras gráficas tardías que se derivan del enfoque del artista sobre la representación de un Sujeto tridimensional. Al mantener los ojos en el modelo sin mirar la hoja de papel en la que dibujaba, el artista capta la figura tanto de frente como de perfil, creando el prodigioso efecto de que el dibujo está moviéndose.

Envidia hacia el 'David' de Miguel Ángel

Aunque conocido principalmente por su escultura, el italiano Baccio Bandinelli fue también un virtuoso dibujante que produjo una importante obra gráfica. En un estudio de dos hombres, que dibujó en torno a 1525, utilizó la pluma casi como un cincel que parece tallar las extremidades y los músculos de las figuras en el papel. Una de las figuras, situada a la izquierda, revela la deuda del artista con la más famosa de todas las estatuas renacentistas, el David de Miguel Ángel, una escultura colosal que Bandinelli admiraba y envidiaba.

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