Ed van der Elsken, fotógrafo del monólogo dramático

  • El Stedelijk de Ámsterdam recuerda al mejor fotógrafo holandés del siglo XX, el apasionado y nada imparcial cronista callejero Ed van der Elsken (1925-1990).
  • 'La cámara enamorada' es, con 200 imágenes, la retrospectiva más importante celebrada desde la muerte del autor del mítico 'Amor en la ribera izquierda'.
  • Estaba tan entregado a captar la realidad según la subjetividad de su mirada, que deseaba, dicen en el museo, 'injertarse una cámara en la cabeza'.
Retrato de Ed van der Elsken en París en 1953
Retrato de Ed van der Elsken en París en 1953
Nederlands Fotomuseum / © Ed van der Elsken / Collection Stedelijk Museum Amsterdam
Retrato de Ed van der Elsken en París en 1953

La ciudad natal de Ed van der Elsken (1925-1990) tenía una deuda pendiente con uno de sus hijos y quizá el fotógrafo holandés más importante del siglo XX. Ámsterdam salda ahora el compromiso con De Verliefde Camera (Cámara enamorada), la retrospectiva más importante de un observador nada imparcial, por propio convencimiento de que la realidad requiere de un intercambio de sentimientos, y un magnífico retratista callejero.

La exposición, que celebra el Stedelijk, el museo de arte moderno y contemporáneo de la capital holandesa, es la más importante y completa de las celebradas tras la muerte del fotógrafo, que falleció tras un cáncer de próstata en su retiro rural de los últimos años, Edam, al norte de la ciudad. Contiene 200 originales de la carrera de Van der Elsken y estará en cartel hasta el 21 de mayo.

Maestro de la fotografía callejera e inspiración para las generaciones posteriores, el gran maestro holandés, que también se dedicaba al cine, "estaba fascinado por los jóvenes y son ahora los jóvenes a quienes él fascina", señalan los organizadores para recordar la vigencua de la obra de un cronista que parecía mantener con la realidad un monólogo dramático, un fluir de sensaciones.

La curator de fotografía del museo, Hripsimé Visser, firma en el catálogo de la retrospectiva un ensayo donde señala que el fotógrafo era "un hombre tan impulsado a grabar la realidad que quería injertar una cámara en su cabeza". A esas dotes añadía las de gran "cazador" y "seductor" de la belleza de la juventud —el libro más recordado del holandés es Love on the Left Bank (Amor en la ribera izquierda, 1956), un resumen del goce de la vida entre los muchachos y muchachas parisinas de los años cincuenta—.

'Meláncolico, rebelde, liberado, contemplativo'

Sería injusto, sin embargo, que la reseña de la obra prolífica del autor quede ahí. Van der Elsken fue un "hijo de su tiempo" y navegó por el zeigeist de las décadas siguientes, añade Visser. "Si fue melancólico en los años cincuenta, fue rebelde en los sesenta, liberado en los setenta, contemplativo en ochenta".

La "personalidad vibrante" que le ayudaba a retratar la calle como si hablara con ella y sus habitantes, le llevó "lanzarse despiadadamente a la batalla" cuando fue diagnosticado con el cáncer en estado terminal y rodó la película Bye, un documento confesional de la lucha contra la enfermedad.

Jóvenes rebeldes y chicas sorprendentes

Como fotógrafo de la calle, vagó por ciudades como París, Amsterdam, Hong Kong y Tokio en busca de personajes intransigentes, coloridos, chicas sorprendentes y jóvenes rebeldes. Su estilo era directo y no convencional y a menudo representaba situaciones en las que adoptaba el papel de director de arte buscando el juego o el guiño adecuados.

La obra del holandés se suele relacionar con las de los rebeldes Robert Frank y William Klein, a quienes admiraba sin reservas, mientras que su legado es visible en fotógrafos posteriores como la retratista del grunge Nan Goldin.

Esta última escribe una breve reseña en el catálogo de la exposición: "Cuando vi por primera vez el libro Amor en la ribera izquierda, me di cuenta de que acababa de conocer a mi predecesor, mi verdadero predecesor. El sentimiento era similar al de encontrar a un amante o un hermano".

Encontrar belleza y conectarse a lo mundano

El holandés, añade Goldin, "fue capaz de documentar la vida de la manera más verdadera y siempre encontrar belleza y estar conectado a lo mundano. Tenía una manera única de transportarse a sí mismo a la escena que retrataba".

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