Se trata de un museo de arte que incluye la reconstrucción de un palacete señorial del siglo XVII alemán. En la inauguración reciente del Museo Barberini, la canciller Angela Merkel posó frente a obras como Chicas en el puente, un cuadro de Edvard Munch adquirido sólo hace unos meses, en una subasta de la casa Sotheby's, en noviembre de 2016, por 54,5 millones de dólares.

La recién inaugurada pinacoteca disfruta de un emplazamiento privilegiado en la parte reconstruida del casco antiguo de la ciudad alemana de Potsdam, capital del estado federado de Brandemburgo, a unos 30 kilómetros de Berlín y antigua ciudad imperial de los reyes de Prusia. Aunque la plaza del Alter Markt (Mercado viejo) fue bombardeada por la aviación británica en la II Guerra Mundial, la mayoría de los edificios se han restaurado o reconstruido por completo según el diseño original.

Que Bill Gates asistiera al evento tiene que ver sin duda con la persona que está tras la creación y financiación de la institución privada: Hasso Plattner (Berlín, 1944), fundador de la multinacional alemana de software SAP que ocupa el puesto 113º de la lista de milmillonarios de Forbes. El magnate (casi con seguridad el comprador del cuadro de Munch que ahora se exhibe en el museo) ha invertido unos 60 millones de euros en la reconstrucción del palacio barroco, erigido en 1771 por orden del rey prusiano Federico II el Grande.

El Barberini comienza su andadura mostrando —en su mayoría— lo que tiene en catálogo, con dos lucidas exposiciones, en cartel hasta el 28 mayo y que suman 170 obras.

Impressionismus. Die Kunst der Landschaft (Impresionismo. El arte del paisaje) se divide en ocho bloques temáticos. Los organizadores apuntan al paisaje impresionista no como una pintura espontánea y de atmósferas: fue una herramienta para que los artistas, con el caballete al aire libre, experimentaran y liberaran el paisaje de su significado histórico y simbólico para hacerlo suyo. La teoría se apoya en 92 trabajos de estrellas como Monet, Renoir, Sisley o Gustave Caillebotte.

En contraste a la armonía de nenúfares y a la placidez del rural francés que plasmó Monet, Klassiker der Moderne. Liebermann, Munch, Nolde, Kandinsky (Clásicos del arte moderno. Liebermann, Munch, Nolde, Kandinsky) admira los lenguajes vanguardistas del siglo XX.

La muestra abarca el impresionismo alemán (con Max Liebermann como máximo exponente) y continua el recorrido con ejemplos del fauvismo y el expresionismo para terminar con obras de Andy Warhol, Joan Mitchell o Rufino Tamayo en la sección dedicada al arte posterior al año 1945.