La multa por ‘botellón’ pasa de 200 a 1.500 € en un año

La Policía bilbaína traspasa la barrera del Casco Viejo y ahora sanciona a los jóvenes en Deusto y San Mamés. Ha puesto 60 multas en un año.
Se creó como una medida para eliminar el botellón, no con fines recaudatorios sino, sobre todo, para erradicarlo del Casco Viejo, zona por excelencia donde se iba de litros.

Pero, ni una ni otra. La ordenanza bilbaína antibotellón, que el próximo 30 de octubre cumple un año, ha traspasado las fronteras tanto económicas como geográficas. Las multas han pasado de los 200 ó 300 euros con los que se castigaba esta práctica durante los primeros meses a los 750 e, incluso, los 1.500 euros de sanción que ya ha impuesto la Policía Municipal. Y los agentes, además, ya han traspasado los límites del Casco.

Los últimos chavales sancionados hacían botellón en la plaza de San Pedro, en Deusto, y en la zona de San Mamés, otros de los espacios preferidos por los jóvenes. Aunque hasta hace poco.

La ordenanza ya recogía multas de cuantías tan altas, aunque hasta la fecha no habían sido necesarias. Y en los expedientes policiales, en este sentido, se justifican estas sanciones. Las causas, «obstaculizar la labor de los agentes» o «realizar comportamientos denigrantes para otros ciudadanos».

El Ayuntamiento, de todos modos, tardará en cobrarlas. Durante este año de ordenanza antibotellón, se han impuesto unas 60 multas por hacer litros y, de ellas, por el momento, se han cobrado la mitad. Eso sí, sin pasar de los 300 euros. Lo que no ha posibilitado todavía el Consistorio es la sustitución de la multa por servicios sociales a la comunidad, tal y como planteó al principio, pese a que lo han solicitado varios chavales.

Éxito «espectacular» de la norma

«Absolutamente espectacular». Así califica la asociación de vecinos del Casco Viejo, Bihotzean, la reducción del ruido en la zona a raíz de la ordenanza antibotellón. La práctica se ha eliminado de raíz de la Plaza Nueva y casi por completo de la Plaza Unamuno, los dos espacios donde abundaba. «Ahora, la gente puede dormir», explica Javier Rodríguez, portavoz de la asociación. Aunque, los vecinos prefieren andar con cuidado. «Habrá que ver qué pasa en otoño e invierno», se pregunta.

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