La fotografía como inventora del paisaje de alta montaña

  • El Elysée de Lausana reúne 300 imágenes de casi cien fotógrafos en la primera antología temática sobre el paisaje de la alta montaña.
  • La exposición 'Sin límite' presenta desde obras de las primeras expediciones del siglo XIX hasta las enormes impresiones digitales de hoy.
  • Los desafíos técnicos y la variación en los estilos son analizados en la muestra.
'Cruzando el Mar de Hielo', foto de John Jullien fechada en torno al año 1880
'Cruzando el Mar de Hielo', foto de John Jullien fechada en torno al año 1880
John Jullien - © Musée de l’Elysée, Lausanne
'Cruzando el Mar de Hielo', foto de John Jullien fechada en torno al año 1880

Sostener que fue la fotografía la responsable de inventar el paisaje de la alta montaña no es una exageración. Las primeras imágenes de las altas cumbres donde es casi imposible sobrevivir actuaron como reveladoras iniciales de las moradas de los dioses, que hasta el siglo XIX, cuando las primeras expediciones de montañeros llevaron cámaras como material accesorio, permanecieron como terreno para la imaginación.

El museo del Elysée de Lausana, en la alpina Suiza, tiene una de las colecciones más notables del mundo de fotografía de montaña, compuesta por 4.000 copias originales de todas las épocas. Con ese sustrato como base, la pinacoteca organiza, del 25 de enero al 30 de abril, la exposición Sans limite (Sin límite), que presenta como la primera antología temática nunca antes montada sobre fotografía de montaña.

Con 300 imágenes de 95 fotógrafos, el conjunto revela cómo la fotografía tomó el testigo de la literatura de la edad de la Ilustración, donde se encuentran las primeras referencias a la alta montaña, en obras como el poema épico Die Alpen, publicado en 1729 por el naturalista y botánico suizo Albrecht von Haller (1708–1777). Del calado de la obra sobre la sociedad de su tiempo dejan constancia las treinta ediciones que se imprimieron solo durante la vida del autor.

Otro ilustrado y polímata, el suizo francófono Jean-Jacques Rousseau (1712–1778), autor del tratado sobre igualdad El contrato social, describió en la novela epistolar Julia, o la nueva Eloísa, editada en 1761, la vida de dos amantes que residen en un pequeño pueblo de la media montaña alpina. El escritor describe el "bello paisaje" y la vida de los lugareños bajo el influjo de la idealización romántica.

El 'alpinismo' no surgió hasta 1876

El vocablo alpino como sinónimo de alta montaña no se usó en Europa hasta 1841. Hubo que esperar hasta 1876 para que se hablara de alpinismo como la práctica de la escalada y la conquista de las cumbres. En la exposición puede verse una foto de 1880, Cruzando el mar de hielo, donde un grupo de hombres y mujeres ataviados como para un paseo urbano de domingo, surcan una cresta nevada.

Hasta el siglo XIX, dicen desde el museo, la montaña era considerada como "el País de Dios", un "lugar surrealista e inaccesible al hombre". Los primeros fotógrafos hicieron llegar al público los lugares que nunca habían sido vistos y "transformarlos en paisajes" al uso, tan cercanos y habituales como, por ejemplo, las marinas.

Los paisajes de alta montaña fueron a partir de entonces uno de los "focos" de las exposiciones y muestras de los museos y galerías. Las fotos y los fotógrafos "revelaron a los ojos del mundo el paisaje de montaña" y suplieron con realismo las concepciones "estrechamente vinculadas al romanticismo".

'Desafíos técnicos'

Según explica Daniel Girardin, comisario de la exposición, las primeras expediciones que llevaron equipo fotográfico para dejar constancia de la escalada se encontraron con "enormes dificultades" técnicas e "importantes desafíos artísticos y estéticos". Los primeros equipos eran pesados y frágiles y cada foto requería de tiempos de exposición muy largos, acrecentados aún más por la iridiscencia de las amplias superficies nevadas.

En ocasiones los fotógrafos reclutados para las expediciones llevaban consigo verdaderos laboratorios portátiles para poder hacer copias in situ mediante procesos químicos como el colodio húmedo. Existe constancia de que uno de aquellos esforzados pioneros, el francés Auguste Rosalie Bisson, llevó consigo en una expedición alpina en 1850 un equipo que pesaba 250 kilos.

Venta masiva de postales en 1860

La exposición se organiza en torno a cuatro enfoques: la fotografía científica de documentación visual; la de viajes, que facilitó la venta masiva de postales a partir de la década de 1860; la estrictamente montañera, siempre relacionada con expediciones de escalada a las cumbres más difíciles o desconocidas, y la de bellas artes, que coloca el interés en lo artístico.

Los fotógrafos de hoy, precisa Girardin, están "más preocupados por conseguir un punto de vista artístico, una visión particularmente estética". Aunque casi siempre tienen en cuenta el sentido de las imágenes, la fotografía digital permite hacer copias de un tamaño inconcebible en el pasado, magnificando la de por sí impresionante naturaleza de las cadenas montañosas, picos o glaciares.

Entre los autores con presencia en la muestra aparecen Gabriel Lippmann, Francis Frith, Adolfo Braun, Jules Beck, William Donkin, Emile Gos y el reportero de Magnum René Burri.

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