Ilustraciones delirantes para los libros simbolistas de Baudelaire, Mallarmé, Jarry, Maeterlinck...

  • La exposición 'Delirio: el arte del libro simbolista' revela la estrecha relación creativa entre escritores y artistas franceses y belgas de mediados del siglo XIX.
  • La subjetividad literaria simbolista, basada en el ensueño, el delirio, el misticismo y el éxtasis, inspiró a ilustradores como Manet, Redon, Bonnard, Fantin-Latour...
  • Los artistas reflejaron la vida interior a través del uso sugestivo de color, contorno y movimiento para buscar asociaciones involuntarias y ensueños.
Dibujo de Félicien Rops para 'Les épaves', de Baudelaire
Dibujo de Félicien Rops para 'Les épaves', de Baudelaire
The Morgan Library & Museum
Dibujo de Félicien Rops para 'Les épaves', de Baudelaire

La definición clásica del delirio como perturbación mental o emocional en que se presentan gran excitación, habla incoherente, confusión de ideas, desorientación y con frecuencia alucinaciones no gustaba nada a los escritores simbolistas de mediados del siglo XIX. El estilo, una rebelde respuesta contra el determinismo y el progreso, proponía el triunfo de la intuición, las sensaciones, el viaje intoxicado y el disfrute sin límite moral de las pasiones, incluso las prohibidas.

La exposición Delirium: The Art of the Symbolist Book (Delirio: el arte del libro simbolista) gira en torno a la hermanad creativa de los principales autores del estilo y los artistas que también encontraban sugerente la escuela del pecado, la lascivia y el culto a la muerte. La muestra, organizada por la Biblioteca y Museo Morgan de Nueva York, puede verse del 20 de enero al 24 de mayo.

Con libros de más de una treintena de autores —entre ellos Charles Baudelaire (1821–1867), Stephane Mallarmé (1842–1898), Paul Verlaine (1844–1896), Alfred Jarry (1873–1907) y Maurice Maeterlinck (1862–1949)—, la muestra permite comprobar como los artistas reflejaron la vida interior a través del uso sugestivo de color, contorno y movimiento para buscar asociaciones involuntarias y ensueños. Era la única forma de solventar la paradoja plástica que traía consigo el credo simbolista: ¿cómo ilustrar palabras deliberadamente separadas del significado explícito y la realidad concreta?.

La subjetividad simbolista, expresada por un lenguaje fundado en el delirio, el misticismo y el éxtasis, no deseaba dar significado a sentimientos o percepciones, prefería sugerir. El mensaje resonó en pintores contemporáneos como Manet, Redon, Bonnard, Fantin-Latour o Félicien Rops, que intentaron traducir el ideario al arte visual.

El desafío, dicen los organizadores de la exposición, "ayudó a liberar la ilustración de su papel puramente representacional, introduciendo un diálogo entre el texto y la imagen" que resultaba desconocido en la época, puede considerarse como un antecesor del libro de artista y "tendría un profundo efecto sobre la literatura de vanguardia y las teorías modernas del arte", señala Colin B. Bailey, director del museo neoyorquino, especializado en obras gráficas e impresas.

'La belleza de la maldad'

La exposición se inicia con una introducción sobre los precursores literarios y artísticos del movimiento, entre ellos el poeta el poeta y opiómano Baudelaire, que en 1857 publicó Les fleurs du mal (Las flores del mal), un poemario que aspiraba a construir, "con furia y paciencia", una "terrible moralidad" que "superará la proverbial indigencia de los poetas" y, merced a la "sed de sangre" que puebla el mundo, "extraer la belleza de la maldad", y los pintores Eugène Delacroix (1798-1863) y Puvis de Chavannes (1824-1898).

Al simbolismo se asociaron artistas de grupos de vanguardia: desde el impresionista Manet, el decadentista Rops, el nabis Felix Valloton, hasta el postimpresionista Bonnard. En el centro de la galería, se exponen, como grandes joyas, L'après-midi d'un faune de Mallarmé e ilustrado por Manet, y Parallèlement de Paul Verlaine con dibujos de Bonnard.

Con sus delicadas imágenes, tipografía oscilante y un diseño de inspiración japonesa, el primero transmite la percepción simbolista de que realidad, sueño y memoria son una misma materia. Las ilustraciones de Bonnard son juegos visuales de asociaciones libres, creadas por las visiones que le producían los poemas. Las imágenes asimétricas y eróticas bordeando los márgenes, el artista transgrede el orden lineal de la tipografía clásica y secunda el ritmo de las impresiones espontáneas del poeta.

Las portadas-preludio de Carlos Schwabe

Otras colaboraciones son las imágenes melancólicas de George Minne para Serres chaudes de Maeterlinck, los frontispicios obsesivos de Redon para los poemas de Iwan Gilkin y los diseños evocadores de Maurice Denis para Le Voyage de André Gide. La exposición culmina con el brillante trabajo de artistas y editores belgas de la época, entre los que sobresale la figura de Carlos Schwabe (1866-1926), especialista en portadas que funcionan como preludios visuales.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento