Cada vez son más los sevillanos que se curan en salud contra los morosos cuando ponen un piso en alquiler. Los contratos blindados de arrendamiento de viviendas contra impagos aumentan un 20% en menos de un año y todo indica que seguirán creciendo.

De enero a septiembre se han firmado ya en la provincia sevillana 5.223 contratos que se adhieren al convenio de arbitraje o garantía de alquiler, como se llama legalmente. Esto supone un 20% más que en todo el año pasado (4.392 alquileres blindados), según la Corte de Arbitraje.

Con esta garantía, propietarios e inquilinos evitan la vía judicial en caso de conflicto, dejando el problema en manos de un árbitro, una figura similar a la del juez, capaz de dictar sentencias, pero en menos tiempo (30 días, frente a los ocho meses de un tribunal).

Seguridad jurídica

Esta alternativa palia la «sensación de inseguridad jurídica que tienen los propietarios, con lo que favorece que pongan los pisos en alquiler», explica Mario Navarro, secretario general de la Corte Arbitral.

La mayoría de los conflictos, ocho de cada diez, son por impago. En la provincia, 90 inmobiliarias, casi el doble que hace un año.

Garantía de alquiler. Cuesta 42 euros

Incluir la garantía contra morosos en el contrato de un alquiler cuesta 42 euros. Si surge algún problema, se pagan 300 euros más. Un juicio sale por 1.500 euros, según la Corte de Arbitraje.

Información. Dónde dirigirse

El teléfono 902 217 121 (coste seis céntimos por minuto) informa de dónde recoger los documentos que se adjuntarán al contrato de alquiler. Propietario e inquilino deben estar de acuerdo.

Nacional. 240.000 casas

En toda España hay unos 240.000 contratos con este blindaje, según los datos ofrecidos por la Corte de Arbitraje. Esta fórmula es apoyada por el Banco de España y el Fondo Monetario.

Paqui Pizarro Castaño. 32 años. Enfermera.

«Se fueron sin pagar la luz»

Cuando sus anteriores inquilinos se marcharon del piso que tenía arrendado sin haber pagado los recibos de la luz y del agua, Paqui decidió adherirse a la garantía de alquiler contra morosos, tal y como le había recomendado su inmobiliaria. «No lo hice porque la pareja a la que alquilé el piso parecía majísima, pero luego no podía ni localizarles», explica la propietaria. Ahora lleva un mes con este tipo de contrato y reconoce sentirse «bastante más segura que antes».