Desde niño recibió la que quizás luego ha sido una de las mejores enseñanzas para ejercer su carrera de actor: "que te griten por la calle no significa que tengas la vida resuelta". Rodolfo Sancho lo aprendió observando muy de cerca a su padre, el inolvidable Sancho Gracia, pero también por la experiencia que le dan a uno los años.

A sus espaldas tiene más de una decena de papeles como protagonista en tele, además de varias incursiones en cine y teatro. Una trayectoria en ascenso que le ha llevado, por méritos propios, a convertirse en uno de los actores de moda de nuestro país. Sin embargo, el dulce sabor del éxito, que tanto conoce, no nubla sus sentidos.

El final de 'Mar de plástico' (Antena 3) ha sido impactante. ¿Sabía desde el principio quién era el asesino?

No. Me fui enterando a la vez que Héctor Aguirre, mi personaje en la serie, y realizando el viaje de investigación con él, que es lo que me interesa. Por una parte, es más divertido, y por otra, más real para mí porque veo por dónde está pasando el personaje.

¿Le tentaría hacer de malo?

Me encantaría, pero también he hecho personajes que no era precisamente almas caritativas... Hablemos claro: en realidad Fernando El Católico (Isabel) no era muy buena gente (risas).

Sin embargo, el espectador empatiza con algunos de estos personajes.

La ambigüedad funciona muy bien en los personajes: ni tan oscuros ni tan blancos, que haya grises. Mi personaje en Mar de plástico, por ejemplo, tenía brotes violentos que no estaban bien. Pero eso, es también lo bonito de un personaje.

Ahora que se ha terminado la serie, ¿qué va a hacer?

Descansar.

¿Alguna vez ha estado mucho tiempo parado, esperando a que sonase el teléfono?

Mucho tiempo, no, pero sí que me he visto en la situación. En ocasiones, hay parones y forman parte de la carrera de un actor. Tampoco soy una persona que se siente a mirar el teléfono, prefiero que se me ocurra alguna idea y ofrecerme para trabajar… Tom Hanks decía en una entrevista que todavía vive con el miedo a que cuando termina una película, no haya una siguiente.

Bueno, durante una buena parte de su carrera, Hanks estuvo encasillado en cierto tipo de personajes. A partir de la cinta 'Náufrago' se le comenzó a ver como un actor de papeles dramáticos.

Efectivamente y así fue. Por ejemplo, Matthew McConaughey venía de hacer este tipo de papeles y decidió empezar a rechazar esos personajes en los que estaba encasillado. Se tiró dos años, reciclándose hasta que realmente volvió a encajar en otro lugar dentro de la industria.

Y si sale mal...

Se olvidan de ti y ya no existes. Es lo cruel de nuestra profesión: parece que siempre estás arrancando. Yo mismo, llevo como 10 u 11 series con papeles de protagonista. Nunca se sabe y nada te asegura nada.

¿Qué dijo su padre, Sancho Gracia, cuando vio que quería seguir sus pasos?

"¿No prefieres ser abogado?", soltó medio en broma medio en serio (risas). Me lo decía por lo dura que es la profesión y  lo complicado que es llegar. La verdad es que me siento muy afortunado porque en esta profesión te puedes tirar una vida intentándolo sin terminar de hacer un personaje importante. Supongo que mi padre, que conocía la profesión muy de cerca, tenía ese miedo conmigo. Cuando vio que mi decisión era rotunda, siempre me apoyó.

Ser hijo de actor, ¿perjudica o beneficia?

Ninguna de las dos cosas. Si no eres un buen actor, no te ofrecen hacer de protagonista. Cuando una productora te contrata vela por su negocio, no en hacer favores a nadie.

Nicolas Cage, sobrino de Francis Ford Coppola, llegó a cambiarse el apellido porque no le tomaban en serio.

Luego, está esa otra cara de la moneda en la que parece que tienes que demostrar más que los demás. Mi padre se llamaba Félix Sancho Gracia, pero su nombre artístico era Sancho Gracia, así que cuando empecé no nos relacionaban. Hasta tal punto, que el director de Al salir de clase se enteró de quien era mi padre cuando yo ya llevaba dos meses en la serie. Aquello, me gustó porque supe que me habían cogido por mí mismo.

¿Qué recuerdos conserva de sus inicios en ‘Al salir de clase’?

Muy buenos y conservo grandísimos amigos de aquella época. Recuerdo que a veces era muy duro, pero no hay mejor escuela que aquella en la que aprendes haciendo las cosas. Había mucha presión porque con 19 años tenías que hacer escenas distintas, estudiar, aprender el funcionamiento del mundo audiovisual… Fue una experiencia muy divertida porque todos éramos gente joven y era un cachondeo maravilloso (risas).

Que con 19 años le reconozcan por la calle se le subiría un poco a la cabeza, ¿no?

Gracias a la carrera de mi padre sabía que aunque te griten por la calle no tienes la vida resuelta. En cierta forma, sabía que la carrera de actor tiene un larguísimo recorrido. Que se trata de una profesión dura, complicada, en la que se trabaja mucho… Pero lógicamente, se te puede ir un poco la cabeza. Divertirse y vivir: es lo mínimo. Y si no se te va la cabeza con esas edades es que hay algo dentro de ti que no está bien (risas).

¿Dónde suele pasar el Fin de Año?

Durante una época, buscábamos un lugar nevado en la Sierra. Otros años, para celebrarlo viajábamos hasta Uruguay, de donde es mi madre. Allí, el 31 de diciembre se vive de una manera totalmente distinta porque están en pleno verano. Así que la tradición era tirarse a la piscina.

Entonces, ¿Papá Noel o los Reyes Magos?

Ambos. Papá Noel está absolutamente integrado en nuestra sociedad, por lo que para mí los dos son igual de importantes.

Habrá escrito ya su carta…

No soy muy de pedir, pero una buena tabla de surf no me vendría mal (risas).

¿Qué proyectos tiene de cara a 2017?

Alguna cosita hay, pero prefiero no hablar hasta que no sea una realidad. En esta profesión, las cosas cambian y los proyectos luego se retrasan, no salen… Más adelante, quizás tenga una posible película en México. Un proyecto que me entusiasma mucho porque es un mercado muy grande en el que se están haciendo cosas buenas. Me apetece una aventura.