Una ruta por La Maragatería leonesa, la del oro romano

  • La comarca leonesa de La Maragatería fue en época romana una zona de gran esplendor gracias a sus minas de oro.
  • En Astorga, su catedral, la Plaza Mayor y el Palacio Episcopal, obra de Gaudí.
  • Castrillo de los Polvazares es una parada obligatoria y no sólo para poder degustar el cocido maragato.
El Palacio Episcopal, emblema de Astorga, es obra de Gaudí.
El Palacio Episcopal, emblema de Astorga, es obra de Gaudí.
WIKIPEDIA/Lironcareto
El Palacio Episcopal, emblema de Astorga, es obra de Gaudí.

La comarca leonesa de La Maragatería fue, en la época romana, una zona de gran esplendor gracias sobre todo a sus minas de oro. A través de sus huellas seguimos la ruta que nos permitirá descubrir no sólo aquella gloriosa época, sino también otros atractivos culturales y gastronómicos. La Ruta del Oro es un itinerario que se adentra en un territorio que esconde, como el resto de la provincia de León, muchos tesoros turísticos ocultos y muchos pueblos, caminos y paisajes por descubrir.

Recorre una comarca, La Maragatería, poco conocida aunque albergue, por ejemplo, “el conjunto más elevado de minas de oro y asentamientos de origen prerromano y romano del territorio Astur”, según explican desde la oficina de turismo de la Diputación de León. En tiempos de la ocupación romana de la Península Ibérica, el oro propició que la ciudad Asturica Augusta (hoy Astorga) se consolidara como epicentro de la actividad financiera de la zona y al preciado metal se deben muchas de las paradas que conforman esta ruta.

Pero en la comarca encontramos también muestras de otros tiempos y tradiciones, fundamentalmente las que han ido dejando los maragatos, que ocuparon estas tierras después y que son quienes dan nombre a la comarca. En este punto, que es cruce de caminos como el de Santiago, la Vía de la Plata y el camino gallego de los arrieros dejaron éstos las huellas de su oficio. Así, ya en la arquitectura tradicional de los pueblos maragatos vemos la influencia de la arriería en detalles como los amplios accesos a las casas porque por ellos tenían que pasar los carros hasta el patio central que era, además, el lugar en torno al cual se organizaba la vivienda. Y a lo largo de toda la ruta vamos encontrando numerosos restos de las minas romanas de oro.

Podemos comenzar la ruta del oro en la ciudad de Astorga, capital de La Maragatería e importante centro financiero en la época romana. Precisamente de esos tiempos guarda aún una importante riqueza arqueológica que tiene su ejemplo más visible en la muralla pero que también disfrutamos en los vestigios del foro o de las termas. Pero las muestras de su patrimonio histórico y cultural son muchas otras. Las imprescindibles son, por supuesto, su catedral, la Plaza Mayor –construida sobre lo que fue el foro romano– y el Palacio Episcopal, obra de Gaudí. Además hay varios museos de interés. El más original, quizá, el Museo de Chocolate con la historia del producto a través de muestras publicitarias, utensilios y más.

El Camino de Santiago y el cocido maragato

El siguiente punto de la ruta son los restos del Castro de la Mesa, lo que fue uno de los asentamientos que se crearon como consecuencia del trabajo en la mina, en este caso de Castrillo de los Polvazares. Un pueblecito este de parada obligatoria para todos los turistas de paso por la zona que no se pueden marchar sin degustar el cocido maragato, el plato más conocido de la gastronomía de la zona y el motivo por el cual Castrillo de los Polvazares ocupa un lugar privilegiado en el mapa turístico leonés. Sus bonitas casas de piedra, sus callejuelas empredradas y su oferta gastronómica han hecho de Castrillo de los Polvazares un coqueto pueblo destino turístico de primer orden.

A muy pocos kilómetros encontramos la mina Fucarona, en la que aún podemos ver uno de los depósitos de agua para la extracción del oro que se hacía empleando la arrugia o arrastre del terreno y posteriormente se realizaba el filtrado. El siguiente punto de la ruta es Turienzo de los Caballeros, con restos románicos como el Torreón de los Osorio, del siglo XV, desde el cual se vigilaba el Camino de Santiago. Y, enseguida, otro coqueto pueblecito muestra genuina de la arquitectura maragata: Santa Colomba de Somoza.

La ruta continúa, esta vez hacia una muestra de arte rupestre: los petroglifos de Peñafadiel, que son símbolos grabados en la roca que presentan coloridos contrastes y cuyo rastro nos lleva hasta Luyego de Somoza donde paramos a contemplar la ermita de la Virgen de los Remedios. Hay otros muchos puntos en los que hacer parada como la mina romana de Fucochicos, los puentes romanos de Veldedo, muestras de la importancia de la arriería en esta tierra como el museo de la Arriería de Santiago Millas o el Camino Gallego de los Arrieros en tránsito a Madrid y Galicia.

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