Decenas de motos antiguas, en perfecto estado de conservación y con todo el lujo de sus detalles, se reunieron para celebrar la quinta edición de su concentración anual.
Los rugidos de sus motores y los trabajados estilismos de sus propietarios convirtieron las calles de la ciudad en un vistoso desfile hacia el pasado, cuando apenas había carreteras por las que lucir sus espectaculares carrocerías e incansables ruedas.
Los participantes, respaldados por el Concello y la Agrupación de Comerciantes de Santiago de Vigo, se dieron cita a las 10.00 horas de ayer junto a la iglesia de Santiago el Mayor, desde donde iniciaron una ruta por el centro vigués que les llevó hasta el puerto de Nigrán. Y, desde allí, vuelta al punto de partida.
La fiesta se remató con comida para todos y premios para los mejores. Vespas y sidecares fueron los más admirados.
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