James Newell Osterberg, Jr, nacido hace 69 años en la ciudad industrial y brusca de Detroit, ha honrado sus orígenes con una carrera de desquiciada energía, grandes escándalos, notabilísimos discos y un exhibicionismo constante desde que debutó en disco en 1968 al frente de uno de los grupos más brutales de la historia del rock, The Stooges. Ya desde entonces conocido bajo el seudónimo de Iggy Pop (Iguana Pop en inglés), que ha adoptado como nombre legal, el cantante y compositor ha convertido su físico en una imagen prototípica del rock, tan desafiante y notable como la de Elvis Presley.

Muy dado desde los inicios a mostrarse de manera integral y sin tapujos —todavía son recordados los desnudos frontales que le hizo en 1971 el fotógrafo Gerald Malanga—, Iggy es uno de esos milagros casi alquímicos que siguen andando por el mundo, pese a la tercera edad en la que entró hace ya unos años, con un físico envidiable de torso hipermusculado, piel tiesa y venas protuberantes por los que durante años circularon en abundancia sustancias que, según dicen algunos, son muy perniciosas —heroína, alcohol, cocaína, anfetaminas y casi todo el inventario de las drogas ilegales y legales—.

La exposición Iggy Pop Life Class (Clase de modelo en vivo con Iggy Pop), en el Museo de Brooklyn, en Nueva York, presenta, del 4 de noviembre al 26 de marzo de 2017, más de cincuenta dibujos del cantante en los que aparece desnudo. Es el resultado de una sesión de posado de Iggy ante más de veinte alumnos, de entre 19 y 80 años, que asistieron a un taller convocado por la pinacoteca en febrero. Con los resultados, el artista inglés Jeremy Deller, ha coordinado una muestra que compara la belleza y el poder del físico del músico con el canon del David de Miguel Ángel.

"Iggy Pop tiene uno de los cuerpos más reconocibles de la cultura popular", dice Deller, un creador conceptual que ganó el prestigioso premio Turner en 2004. Para el artista, la idea de cuerpo "es la clave para la comprensión de la música rock" e Iggy "lo ha mostrado y solemnizado a fondo a través de los años de una forma que es rara en un hombre". La clase de dibujo ofreció la oportunidad de estudiar en términos "directos y palpables" la anatomía de un artista que condensa en sus formas físicas la esencia del rock y reclama mayor interés artístico del que ha recibido.

Aunque existen centenares de fotos de Iggy Pop contorsionándose en actuaciones en directo, en la que raramente usa ropa sobre su torso, Deller resalta que hay "muy pocos dibujos" u obras de arte de una persona con tanta capacidad y deseo de corporizar la intensidad del rock.

"Él juega con su cuerpo, lo manipula, lo daña, la dobla y lo ha convertido en su forma de comunicarse. Su cuerpo no sólo interpreta la música, sino que también está creando su propia melodía (...) Merece ser mirado de otra manera, conectándolo a la historia del arte, para ser tomado más en serio", declara el coordinador en una entrevista en The Guardian.

Como contrapeso a los 53 dibujos que firman los artistas que participaron en la sesión de Iggy en el museo, el centro artístico ha puesto a disposición del curator, su colección permanente. Deller ha elegido obras de desnudos masculinos de, entre otros, los pintores Egon Schiele y Max Beckmann, y los fotógrafos Jim Steinhardt y Robert Mapplethorpe. También ha decidido mostrar esculturas de arte aborigen de África, Asia y Oceanía.

El "uso pop" del cuerpo en las actuaciones de Iggy y el "enfoque multifacético" del montaje de Deller, dice  Sharon Matt Atkins, una de las responsables del Museo de Brooklyn, ofrecen también una oportunidad "para discutir la masculinidad y considerar cómo el feminismo se ha ampliado para aplicarse no sólo a las mujeres, sino a todos géneros".