La Policía rumana evitó ayer, en la ciudad de Targoviste, que un grupo de incontrolados lincharan a la esposa de Marian Mitrita, el hombre rumano que se quemó a lo bonzo en Castellón hace un mes para protestar por su penuria económica y por la falta de trabajo y de dinero para volver a su país. Murió días después en un hospital de la capital valenciana. La familia y los amigos de Marian intentaron agredir a su esposa a la llegada del ataúd a su ciudad natal, ya que la acusan de no impedir el suicidio de su marido. Finalmente, los restos mortales de Marian Mitrita pudieron regresar a su país gracias a que las autoridades rumanas pagaron los gastos del desplazamiento.
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