Una explosión de naturaleza

Las Montañas Rocosas son un lugar ideal para los amantes del deporte.
El azul turquesa del lago Peyto y su entorno, en Banff, cautivan los sentidos. (Raúl Ponsoda)
El azul turquesa del lago Peyto y su entorno, en Banff, cautivan los sentidos. (Raúl Ponsoda)
El azul turquesa del lago Peyto y su entorno, en Banff, cautivan los sentidos. (Raúl Ponsoda)

¿Te imaginas una extensión natural cuatro veces mayor que las islas Baleares? Las Montañas Rocosas canadienses, integradas en cinco parques naturales, son una de las mayores zonas protegidas del mundo. Un homenaje a la naturaleza más salvaje, con 20.700 km2, repartidos entre los parques nacionales de Banff, Yoho, Kootenay, Waterton y Jasper.

Sus frondosos bosques, sus lagos de aguas cristalinas y gélidos glaciares ofrecen una amplia variedad de actividades deportivas para los más intrépidos, rafting en verano y snowboard en invierno.

Lejos de la civilización

Quienes busquen el sosiego, lo encontrarán con una relajante caminata en un entorno al margen de la civilización. Los parques nacionales más visitados son Banff y Jasper, situados entre los Estados de British Columbia y Alberta. El primero de ellos alberga los impresionantes lagos Peyto, Moraine y Louise, además de la ciudad de Banff, con su animado centro turístico. En el segundo se pueden visitar las imponentes cascadas Athabasca y el enigmático lago Maligne.

Entre ambos parques se sitúa la región de glaciares Icefield, donde se reúnen hasta treinta lenguas de hielo. Una carretera panorámica atraviesa la zona, desde donde se pueden admiran abruptas montañas, infinitos lagos y ríos salvajes.

Los parques de Kootenay y Yoho son menos turísticos pero igual de espectaculares. La estimulante cascada Takakkaw, que en la lengua de los indígenas nativos significa magnífico, y las tranquilas piscinas termales de Radium Hot Springs –las mayores de Canadá– son los grandes atractivos de estos recintos.

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