«Estoy un poco perdida, me han sucedido muchas cosas en poco tiempo, pero no quiero hablar de ellas, son privadas», dice con cierto misterio Belén. El pañuelo enrollado al cuello y el sombrero contrastan con la camiseta de tirantes. Belén mira al vacío, entorna los ojos e intenta que no la ciegue el sol: «Es bueno estar perdido. En este momento lo necesitaba para salir de la rutina y vivir cosas nuevas. Después te centras otra vez y luego te vuelves a perder. Es cíclico».

Escribir la ayuda a descubrirse. La costumbre viene de largo, su madre guarda cuadernos con cuentos que Belén garabateó con siete años. Ahora publica sus relatos en la web colectiva www.aunalia.es. Belén se esconde allí todos los martes: «Mis relatos son muy autobiográficos, pero intento que sean diferentes. Creo que me definen. Los veo mágicos, surrealistas, ambiguos, complejos».

Siente que también se ha aprovechado de la confusión. «Hice más cosas de las que me creía capaz, amplié mi abanico de posibilidades. A partir de ahora, sabré decidir qué es lo que va conmigo y lo que no».

Madrid me gusta porque... Puedo perderme. Siempre hay algún rincón donde nadie te va a encontrar.

Y no me gusta porque... Lo mismo: puedes sentirte solo aunque no quieras.

Admiro a... Pedro Almodóvar.

No me gusta... David Bisbal.