Los peritos apoyan el testimonio del acusado de matar a un hombre en Arévalo

  • Un informe de la Policía Científica revela que el acusado disparó para defenderse al verse encañonado por la víctima.
  • Los hechos se remontan al 7 de julio de 2000.
  • Una reyerta sobre el precio de los pollos asados se saldó con un muerto y tres heridos.
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Una reconstrucción realizada por dos agentes de la Policía Científica de lo sucedido en el recinto ferial de Arévalo el 7 de julio de 2000, donde se produjo una reyerta por el precio de los pollos asados que ofrecían dos establecimientos y
una persona resultó muerta y otras tres heridas, muestra que
el acusado disparó cuando se encontraba encañonado por la víctima.

La pericial se basa en las declaraciones de los testigos y los informes realizados por la Guardia Civil y los médicos forenses. Según sostuvieron los dos agentes en el juicio que se celebra en la Audiencia Provincial de Ávila, cuando el acusado, José G, hermano del propietario del Mesón de Salamanca, disparó al dueño de la Churrería Susana, Emiliano P, este último le apuntaba con una pistola.

Instinto de defensa 

Los peritos estiman que intervino el "instinto de defensa" y que "cuando dispara con la escopeta, lo estaba haciendo en la trayectoria de la pistola, que necesariamente estaba en posición horizontal, por los impactos que quedaron en el arma y en la mano" del propietario de la Churrería Susana, que falleció.

Cuando dispara con la escopeta, lo estaba haciendo en la trayectoria de la pistola

Durante el interrogatorio, los dos peritos sostuvieron que se habían producido tres disparos, uno de ellos cuando el acusado "va corriendo hacia donde han herido a su hijo, pero ve que viene alguien de frente y se mete entre las dos caravanas". Según los agentes, la versión del acusado de que disparó porque chocó con algo "es perfectamente posible" porque "en una situación de temor, con un arma de fuego en la mano, el más mínimo roce de un dedo con el gatillo puede disparar el arma por un susto o un golpe".

Sostienen, igualmente, que al salir de esa zona, en la que la Guardia Civil encontró impactos de perdigones en un área de unos 30 centímetros y los restos del cartucho, "gira y se encuentra con una persona que sostiene una pistola-el dueño de la Churrería Susana-y más gente con armas blancas". En ese momento, estiman que "dispara dos veces" y que la situación coincide con la declaración del acusado de que "iba agachado y corriendo en zigzag".

Concluyen también que la víctima estaba a una distancia de metro y medio, ya que "tenía que estar muy cerca para producir esos impactos en una pistola de acero", lo que contradice los informes de Balística de la Guardia Civil, en los que, tras realizar pruebas con el arma homicida, se expone que el disparo tuvo que efectuarse al menos a cinco metros de distancia para que hiciera "efecto bala".

El juicio, que debía haber acabado ayer, continuará la próxima semana con la declaración de cuatro testigos y tres peritos.

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