Piden ocho años y medio de cárcel por las torturas de un hombre a su mujer

  • El hombre está acusado de un delito de lesiones con deformidad, otro de maltrato físico y psíquico habitual y tres de lesiones en el ámbito familiar.
Manifestación en contra de las violaciones a mujeres.
Manifestación en contra de las violaciones a mujeres.
EFE
Manifestación en contra de las violaciones a mujeres.

Juan D.G. se enfrenta a ocho años y seis meses de prisión en el juicio que empieza este jueves en la Audiencia Provincial de Madrid por maltratar supuestamente a su mujer y retenerla para que no le dejara, hasta el punto de impedir que fuera a su trabajo.

El hombre está acusado de un delito de lesiones con deformidad, otro de maltrato físico y psíquico habitual y tres de lesiones en el ámbito familiar.

Según el escrito de acusación de la Fiscalía, Juan D.G. protagonizó de manera reiterada y con el ánimo de perturbar la paz y la armonía familiar durante los cuatro meses de convivencia con su pareja sentimental episodios violentos en los que insultaba, amedrentaba, vejaba, humillaba y agredía verbal y físicamente a la mujer en el domicilio que compartían en Madrid.

Dicha relación cesó el 3 de octubre de 2013, pero Juan, con el ánimo de imponer su voluntad, contraria a la ruptura, la quiso mantener aislada del mundo exterior para evitar que le abandonara. Ya en el mes de agosto le quemó la tarjeta del teléfono móvil para que no pudiera utilizarlo, frecuentemente le hacía fotos atada de pies y manos y de ella desnuda pese a su oposición.

Cuando se negaba a hacer lo que él quería, la cogía por los pelos y la metía en la ducha con agua fría y la obligaba a quedarse desnuda sin taparse, según el relato del fiscal. Otras veces, para humillarla, la obligaba a caminar "a cuatro patas" y le daba patadas en las costillas y puñetazos cuando se ponía en pie.

Con idéntica finalidad de amedrentarla, le daba un tiempo para hacer las cosas como, por ejemplo, diez segundos exactos para abrir la puerta.

Además, no la dejaba ir sola a ningún sitio y le instó a dejar su trabajo, en el que llevaba siete años, impidiéndole que fuera al mismo, además de prohibirle contestar a las llamadas que se produjeron ante su ausencia en su puesto laboral.

También le impedía relacionarse por cualquier medio con sus familiares y habitualmente daba golpes al mobiliario y tiraba sus cosas por la ventana.

Desde el inicio de la relación, y siempre con el ánimo de menoscabar su integridad física, la golpeaba con frecuencia especialmente en ambos oídos, lo que ocasionaba a la mujer heridas abiertas y hematomas que se iban curando y volviendo a abrir ante una nueva agresión, siempre según el fiscal.

Como consecuencia de estas reiteradas y constantes agresiones, la víctima sufrió el síndrome de "orejas en coliflor", cuyo diagnóstico le obligó a pasar por el quirófano, y tras un largo recorrido médico, le ha quedado como secuela definitiva deformidad en ambos pabellones auditivos.

La víctima presenta también relevantes secuelas de naturaleza psicológica por estrés postraumático.

El acusado tiene prohibido aproximarse a una distancia inferior a 500 metros a la víctima, a su domicilio, a su lugar de trabajo y a cualquier otros que frecuente, así como a comunicarse con ella por medio que sea.

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