Poca gente, mucha silicona y escasas muestras de arte –amatorio, claro– se vieron ayer en el primer día del xv Festival de Cine Erótico de Barcelona, que se celebra hasta el 7 de octubre, y por última vez, en La Farga de L’Hospitalet.

Pese a que esta edición estrena un área sólo para mujeres con talleres de gemidos, charlas sobre el punto G o mesas redondas acerca de ligar por Internet, casi no había féminas entre los visitantes.

Strippers con poca gracia, que se limitaban a escribir en cueros sobre una pizarra mientras la audiencia les retrataba el trasero, fue lo peor del día. Lo mejor, la exposición de fotografía erótica de Joan Crisol y las esculturas porno de madera hechas por un grupo de artistas italianos.

En total, 163 películas se han presentado a concurso en el festival, que homenajea al actor Nacho Vidal y que proyectará retrospectivas sobre él, las fronteras del porno y piezas únicas de los setenta.

La feria acoge también la filmación de un largo X, un taller para directores y un seminario para actores.