Según el testimonio de un usuario de la piscina de Babel, Ramón Fernández (que tiene una prótesis en la rodilla y hace natación por recomendación médica), «antes se pagaba en unas oficinas bancarias» cercanas.
Ahora pide que instalen en la piscina de Babel otro cajero para comprar los bonos porque la «mayoría» de los que van a nadar son de «la tercera edad» y no pueden desplazarse con facilidad. Su hijo, se tuvo que pedir dos horas de permiso en el trabajo para poder cambiarle su bono. Con una pista facilitada por el lector Ramón Fernández.
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