El último grito en viajes: monte en avión pero no despegue

  • Un empresario indio organiza simulacros de vuelo.
  • Por algo más de 3 euros, las personas con menos recursos de la India pueden sentir cómo es viajar en avión.
  • Los retretes no funcionan, no hay iluminación y la nave sólo tiene un ala, pero el negocio es un "éxito".

Si la idea que ha tenido un empresario indio se le hubiera aparecido hace algo más de una década, los miembros del Equipo A habrían ahorrado mucho en cloroformo para combatir la acrofobia de M.A. Barracus.

El ingenioso empresario ha dado una vuelta de tuerca al concepto de las líneas aéreas de "bajo coste" y ahora el miedo a volar no es un obstáculo a montar en avión, porque en esta historia todo es un simulacro en el que el avión no va a ninguna parte.

Han llamado a este tipo de trayectos inmóviles "viajes virtuales"
Aquellos que monten en el Airbus 300 de Bahadur Chand Gupta, en Nueva Delhi, no pueden temer a los aterrizajes forzosos porque, a pesar de que verán a las azafatas andar pasillo arriba y abajo, el avión nunca despega,

Para revestirlo con visos de especialidad, y que el cliente no sienta que ha desperdiciado los algo más de tres euros invertidos en cada viaje, han llamado a este tipo de trayectos inmóviles "viajes virtuales" y, al parecer, están siendo todo un éxito. En parte, claro está, porque el 99% de la población india no ha viajado jamás en avión.

Un viaje muy especial

"Abróchense los cinturones y no se muevan de sus asientos" escuchan los viajeros, pero el avión no se mueve. De hecho, no podría despegar ni aunque quisiera, porque sólo tiene un ala.

Algunos de mis pasajeros han cruzado el país para montarse en mi avión

Una voz llena de nuevo la sala: "En breve pasaremos por una zona de turbulencias... Estamos a punto de aterrizar en nuestro destino: Nueva Dehli". Eso sí, mejor que las necesidades fisiológicas no aprieten, porque los retretes del avión no funcionan y, aunque sí tiene aire acondicionado gracias a un generador, el aparato carece de iluminación.

"Algunos de mis pasajeros han cruzado el país para montarse en mi avión", dice Gupta, orgulloso de la cola de 40 personas que cada sábado esperan con su tarjeta de embarque en la mano.

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