Ciento diez años de lucha contra el alzhéimer: avances médicos, sí, pero con reservas

  • La enfermedad, cuyo día mundial se celebra este miércoles, fue descrita por primera vez en 1906 y aún hoy sigue siendo degenerativa e incurable.
  • La tendencia es a trabajar en fármacos que eliminen del cerebro la proteína beta-amiloide, cuya acumulación es unas de las características de esta patología.
  • Los últimos estudios lo han logrado en pacientes en estadios tempranos pero sus resultados aún no son concluyentes y los investigadores piden cautela.
  • También hay novedades en la detección precoz, aspecto muy importante para poder actuar contra la dolencia con el mayor éxito posible.
El alzhéimer es una enfermedad neurodegenerativa que se manifiesta como deterioro cognitivo y trastornos de la conducta.
El alzhéimer es una enfermedad neurodegenerativa que se manifiesta como deterioro cognitivo y trastornos de la conducta.
GTRES
El alzhéimer es una enfermedad neurodegenerativa que se manifiesta como deterioro cognitivo y trastornos de la conducta.

En 2016 se cumplen 110 años desde que el alzhéimer fue descrito por primera vez, enfermedad de la que este miércoles se celebra el día mundial. Hoy, pese a tratarse de una de las dolencias sobre las que más se investiga, sigue siendo degenerativa e incurable. Los últimos avances en la lucha contra esta patología neurológica son muy importantes, pero los expertos piden cautela porque no hay resultados definitivos.

Hace tres semanas, la revista Nature llevaba a su portada el trabajo sobre una terapia experimental que ha conseguido reducir las placas de beta-amiloide en el cerebro de personas con alzhéimer leve. La acumulación de esa proteína es una de las características de la enfermedad y se considera que desempeña un papel clave en el desarrollo de sus síntomas.

El estudio, liderado por investigadores suizos, se encuentra en su primera fase y los resultados son los obtenidos de un ensayo que ha durado doce meses y en el que han participado 165 pacientes. Sus propios responsables reconocen que hay que continuar ahondando en la investigación y esperar a la conclusión de las siguientes etapas para poder determinar si el medicamento utilizado funciona realmente y si, como parece haber apuntado en un principio, detiene el deterioro cognitivo.

Eliminar el beta-amiloide del cerebro

La publicación de este trabajo ha tenido una gran repercusión, pero no es el único que se está llevando a cabo en esa línea. Actualmente la tendencia es a investigar con ese tipo de medicamentos, anticuerpos monoclonales que se adhieren al beta-amiloide y hacen que se disuelva y sea eliminado del cerebro.

"Hay muchos y están todos más o menos en la misma fase. Han demostrado que limpian el amiloide del cerebro. Queda por ver si esa limpieza se va a traducir en un efecto permanente sobre la memoria, el lenguaje… Parece que todos los estudios apuntan a que los anticuerpos monoclonales quitan la proteína, pero de eso a que mejore la cognición… Es lo que hay que demostrar", previene María Teresa Carreras, neuróloga de La Princesa.

Este hospital madrileño se encuentra en reserva por si fuese necesario reclutar a más pacientes para los ensayos clínicos del estudio publicado en Nature. Para poder acreditar si los descubrimientos iniciales son determinantes, hay en marcha pruebas en más de 300 centros de 20 países, con la participación total de unas 2.700 personas. "Nosotros estamos de reserva porque estamos habilitados para ello, porque estudiamos otros anticuerpos que hacen exactamente lo mismo", explica Carreras en declaraciones a 20minutos.

"Que estos fármacos paren la enfermedad en un momento determinado no quiere decir que curen y como es degenerativa progresiva, hay que demostrar en un plazo de tiempo que realmente esos efectos se mantienen y se perpetúan", advierte la doctora. Algo para lo que será necesario, como mínimo, otro año más.

A esta neuróloga le gustaría mostrarse más entusiasta pero su experiencia la lleva a rebajar las expectativas de los nuevos hallazgos. Tras años investigando han sido numerosas las decepciones, para los médicos, pero especialmente para los enfermos. "Hay que ver sus caras y las de sus familiares cuando va progresando la enfermedad y tú les estás poniendo un tratamiento que no funciona. Los pacientes tienen un deterioro cognitivo, pero de memoria, no pierden inteligencia. En las primeras fases no pierden nada de inteligencia y son totalmente conscientes de lo que les está pasando. Es muy duro", cuenta.

El director del servicio de Neurología del Hospital San Pau de Barcelona cifra en el 100% el porcentaje de fracasos en los últimos 15 años. "Desde 2002 a 2012 se hizo una recogida de datos de los 432 ensayos clínicos que se habían realizado a nivel mundial sobre el alzhéimer. El 99,6% habían fallado y el 0,4% restante no había finalizado", aseguró Rafael Blesa durante un encuentro celebrado la semana pasada.

Avanzar hacia la detección precoz

Fernando Maestú, director del laboratorio de Neurociencia Cognitiva y Computacional en la Universidad Politécnica, considera que el motivo por el que la mayor parte de la medicación que se está probando ha fallado es porque "se está dando muy tarde". "Los ensayos clínicos se han hecho en pacientes que ya tienen el cerebro muy deteriorado", agrega el también profesor titular de la Universidad Complutense a este diario.

La actuación con los anticuerpos monoclonales de hecho no es nueva. Se suministró a enfermos que habían llegado ya al grado de demencia y no funcionó. El objetivo ahora es actuar sobre los estadios iniciales, cuando empiezan a aparecer los primeros síntomas. El reto está en determinar quiénes de esas personas acabarán desarrollando alzhéimer, porque lo que se conoce como deterioro cognitivo leve puede deberse a diferentes causas.

Para avanzar en esa detección temprana, Maestú ha dirigido un consorcio internacional que ha logrado, con una técnica de neuroimagen, medir con mucha precisión la actividad neuronal del cerebro de pacientes con un deterioro cognitivo leve y obtener patrones que permitiría prever quién terminará con alzhéimer y quién no. "Es la primera vez que con una técnica de neurofisiología no invasiva se conseguía tener un biomarcador diagnóstico de la enfermedad", explica.

El estudio, el que han participado Estados Unidos, países europeos y Japón, con 184 pacientes, ha permitido determinar sin información previa y con un 83% de acierto qué ancianos estaban sanos y quiénes empezaban a presentar problemas de memoria. "Este resultado demostró que el patrón anómalo de conectividad funcional en los pacientes con deterioro cognitivo leve era consistente en todos los centros internacionales, lo que podía ser considerado como un indicio de las alteraciones en el funcionamiento de las neuronas debidas al inicio de la enfermedad de alzhéimer", apunta Maestú.

En esa línea, este investigador y su equipo trabajan, también con Japón y con la misma técnica, en intentar detectar alteraciones funcionales del cerebro mucho antes de que aparezcan los síntomas, en pacientes que se encuentran perfectamente pero que acumulan mucha proteína beta-amiloide. "Es realmente revolucionario. La enfermedad sería tratable mucho tiempo antes de lo que se piensa", manifiesta.

La técnica de neurofisiología ya se utiliza a nivel práctico de manera regular para patologías como la epilepsia o para el mapeo cerebral prequirúrgico. "Lo que pasa es que en España solo hay tres centros que la tienen", lamenta este profesor universitario.

"Es muy importante distinguir quién tiene alzhéimer de forma precoz porque mucha gente viene a la consulta con pérdida de memoria pero hay que ver a qué está asociada. Saber distinguirlo y hacer un diagnóstico es el primer paso. Hacer un diagnóstico te ayuda a conocer bien qué proteínas están implicadas. El diagnóstico es conocer la enfermedad y cuanto mejor conoces la enfermedad, mejor la puede atacar", concluye la neuróloga de La Princesa. Sobre el alzhéimer se va sabiendo cada vez más pero aún "queda mucho recorrido".

Maestú: "Podemos predecir la enfermedad tres años antes"

P. ¿Cuánto antes se puede detectar la enfermedad con esta nueva técnica?
R. Aproximadamente tres años antes de que un paciente, en un estadio que se llama deterioro cognitivo leve, desarrolle la enfermedad, nosotros ya podemos predecirlo y de manera rápida.

P. ¿Qué supone ganar tanto tiempo en el diagnóstico?

R. Muchísimo. Para que realmente pueda tener una efectividad, el tratamiento hay que darlo cuando todavía el cerebro no está tan dañado. El hecho de que nosotros hayamos desarrollado este biomarcador es esencial para que ahora los laboratorios puedan empezar a pensar a qué pacientes hay que darles de forma temprana los fármacos. Podemos servir también como forma de supervisión o de monitorización del tratamiento farmacológico para ver cómo cambian en las fases tempranas las actividades anómalas que hemos encontrado.

P. Han participado en la investigación países de tres continentes, ¿ha habido diferencias?

R. No, y esto es muy interesante. Pensábamos que con los países de Europa y con Estados Unidos no tendríamos diferencias, pero que con Japón íbamos a encontrar alguna porque realmente la enfermedad no se comporta de igual manera allí que aquí. Hay un riesgo genético que hace mucho más probable que aparezca la enfermedad entre los japoneses que entre nosotros. Sin embargo no han sido tantas. Al fin y al cabo todos somos seres humanos y tenemos el mismo cerebro.

P. ¿Cuál ha sido el papel de España?

R. Somos los líderes del proyecto Yo he sido el director a nivel internacional. En España se hace muy buena ciencia pero tenemos muy poca financiación. En Estados Unidos le acaban de dar a un compañero seis millones de dólares para el mismo proyecto que yo estoy haciendo aquí, el mismo. A mí el Gobierno español me ha dado 150.000 euros. ¿Tú crees que yo puedo competir? Tengo mejores ideas, estoy por delante porque empezamos antes y en un año me van a ganar por todos los sitios porque yo con el dinero que me llega puedo pagar a mis estudiantes, gente súper brillante, 800 euros. En EE UU a un becario le pagan 2.000. Estos días ningún político habla de ciencia. En sus programas y en sus discusiones en el Parlamento jamás hablan de lo importante. Sería un cambio de la visión económica de este país; genera muchos puestos de trabajo y patentes.

P. ¿Podrá llegar a controlarse o curarse el alzhéimer?

R. Es muy difícil de responder. El problema es que es una enfermedad tan compleja y con tantas variables que influyen en su desarrollo que es difícil pensar cuándo. Viendo tantísimos investigadores como hay y cuánto dinero se está invirtiendo diría que algún día tiene que llegar la solución. Pero, ¿cuándo? Es difícil porque mucha de la investigación que se ha hecho ha sido fallida. Yo creo que sabemos más lo que no es que lo que es.

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