La llegada del enviado especial de la ONU a Birmania apacigua la represión

  • Llegará hoy a Rangún con un mensaje de moderación y diálogo.
  • La Junta Militar ha puesto de forma parcial el funcionamiento del servicio de Internet.
  • La represión se ha cobrado quince muertos, entre ellos un fotógrafo japonés.
Represión en Birmania
Represión en Birmania
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Represión en Birmania

El enviado especial del secretario general de la ONU para Birmania (Myanmar), Ibrahim Gambari, tiene previsto llegar hoy a Rangún para reunirse con la Junta Militar del país y con la líder del movimiento democrático, Aung San Suu Kyi.

Gambari, que no visitaba desde hace casi un año Birmania porque el régimen militar de ese país no le concedía un visado, acude a los generales birmanos con el mensaje de moderación y diálogo que ha pedido el secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon.

La Junta Militar ha respondido a la visita con la puesta en funcionamiento del servicio de Internet, algo imposible la víspera debido al corte ordenado mientras se reprimía con dureza las manifestaciones antigubernamentales en Rangún.

Sin embargo, algunos medios de la disidencia continúan sin funcionar o se encuentran bloqueados.

Durante este tiempo de censura, las informaciones, aunque fuesen limitadas, y las fotos tomadas por teléfonos móviles y cámaras digitales han mantenido al mundo al corriente de los disparos efectuados por los militares contra los manifestantes, y de otras violaciones de los derechos humanos.

De momento, no se ven signos en Rangún de que los manifestantes volverán hoy a salir a las calles, pero las movilizaciones del viernes, que congregaron a varias decenas de miles de personas, comenzaron pasado el mediodía.

15 muertos, 200 heridos y más de 1.000 detenidos

La Junta Militar birmana impuso el 25 de septiembre el toque de queda en Rangún y Mandalay, las principales ciudades del país, y prohibió las reuniones públicas para después cargar con soldados y agentes antidisturbios bien pertrechados contra los manifestantes con el resultado de al menos 15 muertos, cerca de 200 heridos y más de 1.000 personas detenidas, entre ellas 800 monjes, según afirman los grupos antigubernamentales.

Birmania está gobernada por los militares desde 1962 y no celebra elecciones parlamentarias desde 1990, cuando el partido oficial perdió estrepitosamente ante la coalición opositora encabezada por Suu Kyi, unos comicios cuyos resultados jamás fueron reconocidos por los generales.

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