La ciudad ha quedado paralizada y conmocionada por la muerte de uno de los concejales más querido por los ciudadanos. Va a ser difícil que los que han tratado a Josep Lluís Navarro lo olviden algún día. Como muestra un botón: la iglesia de San Juan Bautista de Tarragona se quedó pequeña para el funeral.

Una gran multitud de personas acudió al funeral del concejal,

fallecido de manera súbita el pasado lunes mientras practicaba ciclismo, lo que provocó que una gran cantidad de ciudadanos no pudiera acceder a la iglesia debido a la aglomeración de gente en el interior de la iglesia. Algo previsible puesto que cerca de

3.000 personas habían visitado la capilla ardiente instalada en el Salón de los Plenarios del

Ayuntamiento desde las 8 de la tarde del mismo lunes.

Diversos concejales del consistorio entraron el féretro de Navarro al interior de la iglesia, después de que tres coches fúnebres llegaran hasta la puerta,

dos de ellos cargados de ramos de flores, donde el arzobispo de Tarragona, Jaume Pujol, y el párroco de la iglesia, Jordi Figueres, celebraron la ceremonia religiosa.

Además de la cantidad de ciudadanos

anónimos que quisieron estar presentes en la iglesia para dar el último adiós al concejal,

la ceremonia contó con representantes del Nàstic, del cual el concejal había sido jugador y directivo, así como del resto de

compañeros del Ayuntamiento y otros representantes de diversas asociaciones cívicas con las que Navarro trabajaba regularmente.

Su cuerpo descansa en el cementerio de Tarragona, donde se le dio sepultura.

Antonio Rodríguez, de 39 años y que ocupó el lugar

número 14 en las listas del PSC en Tarragona en las últimas elecciones municipales del pasado 27 de mayo, será quién ocupará el lugar dejado por Navarro.

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