UPO.- Experto cree que la paciencia y el buen pulso eran imprescindibles para hacer un mosaico romano

  • El técnico auxiliar en Arqueología Santiago Recio ha explicado este miércoles en los cursos de verano de la Universidad Pablo de Olavide (UPO) en Carmona (Sevilla) que "paciencia, devoción, mimo y buen pulso" eran los "ingredientes imprescindibles para realizar un mosaico romano", elemento decorativo que comenzó siendo para techos y paredes y acabó siendo un rico pavimento de elaboración compleja.
Participantes en el curso de la UPO sobre mosaicos romanos
Participantes en el curso de la UPO sobre mosaicos romanos
EUROPA PRESS/UPO
Participantes en el curso de la UPO sobre mosaicos romanos

Recio, monitor del curso de formación 'El arte de crear mosaicos', ha explicado este miércoles durante la inauguración del curso 'Patrimonio histórico: el mosaico romano en Carmona. Taller práctico de elaboración', que dirige, que aunque los mosaicos no fueron privativos de Roma, sino que recogieron una tradición ancestral y siguen fabricándose en época actual, "el mosaico por excelencia es el romano", de manera que lo que comenzó siendo un elemento decorativo acabó convirtiéndose "en un proceso de elaboración algo complejo y propio de albañiles especializados", ha explicado.

Tanto, que en todas las ciudades importantes existían talleres de elaboración de mosaicos, bien fijos o itinerantes, que recorrían el imperio mostrando sus catálogos. Una vez que el cliente elegía el dibujo, el 'pictor imaginarius' lo hacía combinando motivos y el 'musaerius' dirigía a toda una cuadrilla de trabajadores especializados: el 'calcis coctor' preparaba el suelo o la pared; el 'pictor parietarius' dibujaba el motivo elegido; el 'lapidarius' cortaba las teselas; y el 'tessellator' las colocaba.

El experto en mosaicos del Ayuntamiento de Carmona explica que los mosaicos han sido empleados por diferentes culturas a lo largo de la historia, y que existe constancia de que "templos y palacios del antiguo Egipto se encontraban decorados con mosaicos". La tradición se extendió luego por Oriente y por Grecia, desde donde llegó hasta Italia y al resto de las regiones del Imperio Romano, como Hispania, la Bética y, posteriormente, a la antigua Carmo.

"Los mosaicos podían adornar las paredes y techos de muchos edificios, pero sobre todo los de 'domus' y las 'villae', de las familias ricas", ha explicado Recio, que ha añadido que siempre que era posible, los mosaicos se construían con materiales existentes en la zona mediante diversas técnicas como incrustar las teselas en el mortero o encajar los trozos de mármol u otras piedras de forma geométrica.

Por último, ha detallado que "durante los dos primeros siglos imperiales predominó en Hispania el mosaico en blanco y negro, siendo en los comienzos del siglo III cuando empiezan a introducirse algunos colores". Asimismo, la temática era muy variada y extensa, y a través de los mosaicos "quedaban reflejadas la forma de vida, las costumbres, los conocimientos culturales y el nivel económico de la sociedad que representaban", ha concluido.

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