Salgado republica 'Éxodos' 16 años después por la constancia del drama de los refugiados

  • Uno de los primeros reportajes de alcance del brasileño se reedita de nuevo porque la situación de los migrantes forzosos no ha mejorado.
  • Aunque el corazón del conflicto parece "haberse trasladado de Ruanda a Siria", las personas que abandonan sus hogares protagonizan la misma odisea".
  • Sebastião Salgado tardó seis años y recorrió 35 países para documentar momentos sobrecogedores de un fenómeno con dimensión creciente.
Campo de refugiados Kibeho en Tanzania. Foto de Salgado tomada en 1995
Campo de refugiados Kibeho en Tanzania. Foto de Salgado tomada en 1995
© Sebastião Salgado / Amazonas images
Campo de refugiados Kibeho en Tanzania. Foto de Salgado tomada en 1995

Han pasado 16 años desde que el fotógrafo y documentalista brasileño Sebastião Salgado publicó por primera vez uno de sus reportajes de alcance, Éxodos. Tenía entonces 56 años y había dedicado los últimos seis a recoger testimonios gráficos de la sobrecogedora historia de los migrantes forzosos de 35 países, obligados a dejar sus casas y posesiones por la guerra y la miseria. Ahora, cuando ha cumplido los 72, la situación es muy parecida: según las Naciones Unidas en el mundo viven 43 millones de emigrantes forzosos, la cantidad más alta desde los años en que Salgado elaboró su libro.

"La historia que cuenta, la del desplazamiento incesante de seres humanos por el mundo, ha variado bien poco en este tiempo. Las razones que empujan a la migración pueden haber variado, el corazón del conflicto puede haberse trasladado de Ruanda a Siria, pero las personas que abandonan sus hogares protagonizan la misma historia: privaciones, dificultades y atisbos de esperanza conforman una odisea de gran coste físico y psicológico", dicen desde la editorial Taschen para explicar la reedición de Éxodos en seis idiomas (castellano, inglés, alemán, italiano, portugués y francés).

Desplazamientos, campamentos, chabolas...

A lo largo de seis años, Salgado retrató a emigrantes en más de 35 países documentando sus desplazamientos, la vida en los campos de refugiados y los superpoblados barrios de chabolas donde muchos de los recién llegados a las ciudades suelen acabar. El reportaje, un trabajo conmovedor, fue un best seller inmediato, se agotó tras varias ediciones y convirtió a Salgado en una de las figuras de referencia en la foto documental sobre derechos humanos. La reedición tiene 432 páginas y un precio de venta de 49,99 euros.

El libro incluye a latinoamericanos entrando en los EE UU de manera ilegal, judíos abandonando la antigua URSS, kosovares huyendo a Albania, refugiados hutus de Ruanda, así como los primeros refugiados que se lanzaron al mar movidos por la desesperación: árabes y subsaharianos intentando cruzar el Mediterráneo para llegar a Europa. Las imágenes presentan a personas que saben adónde quieren ir y a otras que simplemente huyen, contentas de estar vivas y lo bastante fuertes para escapar. Los rostros muestran dignidad y compasión en las circunstancias más amargas, pero también el rastro devastador de la violencia, el odio y la codicia.

'Fotografié con todo mi corazón'

"Fueron momentos horribles que fotografié con todo mi corazón. Pensé que todos necesitaban saber lo que pasaba. Este es nuestro mundo, tenemos que asumir la responsabilidad por ello", declaró el reportero en aquel momento. Ahora, en la web de la agencia Amazonas Images, de la que son únicos propietarios el fotógrafo y su mujer, Lélia Wanick Salgado, la colección es presentada con este breve directo prólogo: "En las últimas décadas, cientos de millones de personas en todo el mundo han sido desplazadas de sus hogares por la pobreza, las guerras y la represión. Algunos huyen para salvar sus vidas; otros arriesgan sus vidas para escapar de la miseria. La mayoría termina en campos de refugiados o en los barrios pobres de las ciudades del Tercer Mundo; unos pocos afortunados encuentran una vida mejor en un país rico y lejano. En diferentes formas, todos están a merced de fuerzas económicas y políticas que escapan a su control".

Para Salgado la globalización ha profundizado la pobreza rural en gran parte del Tercer Mundo, obligando a una migración campesina que se asienta en "gigantescas e ingobernables ciudades". Se trata, añade, de una conexión de causas y efectos: "Casi todo lo que sucede en la Tierra está conectado. Todos estamos afectados por la creciente brecha entre ricos y pobres, por el crecimiento de la población, por la mecanización de la agricultura, por la destrucción del medio ambiente, por la intolerancia explotada con fines políticos. Las personas arrancadas de sus hogares son simplemente las víctimas más visibles de una convulsión mundial".

Con su mirada precisa el dinamismo del movimiento y la excelencia habitual en el uso del blanco y negro, siempre atento al dramatismo de los claroscuros causados por la luz natural, Éxodos capta momentos aterradores del fenómeno migratorio y el flujo de masas: camiones y barcos abarrotados de personas desesperadas que escapan con lo puesto y campos de refugiados cuyos límites se pierden en el horizonte.

Una pierna infantil vendada...

Pero también hay lugar, como sucede casi siempre con este fotógrafo que estudió Economía antes de coger la cámara, para detalles que tienen tanta fuerza como las panorámicas o los retratos: una pierna infantil vendada, la huella dactilar marcada en una página, el encuentro con un guardia fronterizo y el bebé apretado contra el pecho de una madre. Salgado pone énfasis, dice la editorial' en la "escala abrumadora del fenómeno migratorio, pero se acerca también, con su sensibilidad característica, a las pequeñas historias personales que esconden las grandes cifras".

Añaden que en el libro "encontramos retratos de personas de carne y hueso lejos de su tierra, su hogar y, muchas veces, sus seres queridos", un acercamiento muy distinto al despersonalizado de los "rostros indistinguibles de las imágenes de televisión o las multitudes reducidas a un titular de periódico". Al mismo tiempo, concluyen, Salgado es consciente de la "dimensión global y compartida de las migraciones" para conseguir que nos movamos.

"Más que espectadores del sufrimiento, nos convoca como actores corresponsables de los cambios políticos y sociales asociados a la globalización de la información, la urbanización, los daños ambientales y las enormes desigualdades en el reparto de la riqueza que alimentan el fenómeno migratorio", dicen. Con los barcos de inmigrantes camino de Europa llegando a las costas griegas e italianas, en un movimiento de masas sin igual desde la II Guerra Mundial, Éxodos "no sólo nos permite comprender mejor, sino que apela a nuestra responsabilidad y compromiso. Frente a los cuerpos marcados por las cicatrices y los cientos de pies descalzos sobre el asfalto caliente es fundamental ir más allá de la compasión y, en palabras del propio Salgado, adaptar nuestros comportamientos políticos, económicos y ambientales a un nuevo régimen de convivencia".

Acusado de 'voyeurismo sentimental'

El fotógrafo brasileño ha sido criticado por practicar una forma de "voyeurismo sentimental" y "aprovecharse del sufrimiento de los demás para hacer arte". A esta acusación de hacer fotos a costa de la miseria de los otros, repetida contra muchos fotógrafos humanistas, ha respondido de manera tajante: "Nunca me he puesto en el dilema moral de hacer o no una fotografía como: '¿Tengo el derecho de fotografiar cuando tengo la muerte frente a mí, y el sufrimiento está delante de mí?'. Nunca me hago estas preguntas porque ya me formulé las interrogantes fundamentales antes de llegar ahí. ¿Tenemos el derecho a la división de recursos que hay en el mundo? ¿Tengo el derecho a tener la casa que tengo, a vivir donde vivo? ¿Tengo el derecho a comer cuando otros no comen? Estas son las preguntas sustanciales".

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