Mano dura con el déficit y más recortes. Eso es lo que el expresidente del Gobierno José María Aznar ha pedido este viernes al jefe del Ejecutivo en funciones, Mariano Rajoy, a quien ha advertido de que sería un "grave error" relajar la corrección del déficit público, e incluso ha abogado por que España "acelere" el proceso de consolidación fiscal.

A su juicio, la elevada deuda pública, que supera el 100% del PIB por primera vez en un siglo, lleva a una "espiral" de "problemas de todo orden" de la que es "extremadamente difícil salir". "Hay que volver a tomar en serio la disciplina y las reformas", ha declarado Aznar durante la conferencia que ha pronunciado en el Foro Anual de Economistas.

En opinión del expresidente, para reducir el déficit hay que recortar el gasto público, "sin confiar simplemente en el crecimiento de los ingresos públicos cíclicos". Así, ha señalado que la "presunta incompatibilidad" entre la reducción del déficit y el crecimiento es "un debate ideológico y no económico" avivado por "las posiciones de alguna izquierda europea".

"El déficit público no crea empleo. Todos los empleos soportados por el déficit y no por las reformas económicas se irán con el ciclo económico. Y por supuesto, el déficit se quedará", ha alertado. Al mismo tiempo, ha considerado que la economía española está "en un buen momento", ya que, según ha relatado, el ciclo económico es "favorable, que sería un "error histórico" mantener el "parón reformista". "No hacer ahora nada dejaría sin efecto los esfuerzos que sí se han hecho en los últimos años", ha añadido.

Después de que Bruselas haya dado un año más a España para cumplir con la meta de reducir el desfase presupuestario por debajo del 3%, Rajoy en una charla informal con los periodistas en Palma de Mallorca dijo este jueves que "no tiene que haber recortes reales" para cumplirlo sino que puede conseguirse mediante el "aumento de la recaudación".

El también presidente de la Fundación FAES ha explicado, al final de su discurso, que la gestión política de la crisis económica ha dejado, en prácticamente todos los países del euro, "una sima entre los ciudadanos y el poder político". Hay, ha advertido, "un enorme poso de desafección y desencanto que se está organizando políticamente", y de cómo se gestione este problema, ha dicho, depende en gran medida el futuro de la UE y las perspectivas futuras de prosperidad".