Actividades paralelas: No sólo de música vive un festival

Exhibición de breakdance en el Mulafest (Madrid).
Exhibición de breakdance en el Mulafest (Madrid).
MULAFEST
Exhibición de breakdance en el Mulafest (Madrid).

En un país plagado de festivales de música –los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística en 2014 los cifra en 970–, donde la mayoría se concentra entre los meses de mayo y agosto y donde los artistas pueden hasta coincidir (sobre todo en el caso de los nacionales), ha resultado una cuestión de necesidad para muchos buscar la diferencia, dotarse de personalidad propia y aportar a los espectadores, de paso, ganchos extramusicales que resulten tentadores.

Varias son las citas festivaleras que asocian la música con la cultura del vino: Sonorama (Aranda de Duero, Burgos) lleva casi 20 años difundiendo las virtudes de la D.O. Ribera del Duero e invita a sus asistentes a participar en catas didácticas guiadas por el enólogo Flequi Berruti en la bodega subterránea del Centro Cultural Caja de Burgos. La misma pasión por los buenos caldos, en este caso los de Somontano, la tienen en Polifonik Sound (Barbastro, Huesca). El festival nos propone subir en el Bus del Vino y conocer una bodega antes de los conciertos.

En Fárdelej (Arnedo, La Rioja) además de catas de vino añaden las de cerveza y aceite, y cuentan, incluso, con un crianza de las bodegas Ontañón etiquetado con su imagen. La oferta gastronómica tampoco se queda corta. La última moda en los festivales son los llamados food trucks (camiones que ofrecen platos gourmet) pero los hay que van más allá como el Festival de los Sentidos (La Roda, Albacete) que organiza un certamen de tapas, Mundaka (Vizcaya) con degustaciones de producto vasco así como talleres y showcases o ,en plan más exquisito, Cap Roig (Gerona), que brinda la posibilidad de reservar en el restaurante Via Veneto, premiado con la estrella Michelin de forma ininterrumpida desde hace 40 años y situado en el Jardín Botánico donde se celebran los conciertos.

El séptimo arte también resulta un buen gancho. Vida Festival (Vilanova i la Geltrú, Barcelona) ofrece sesiones nocturnas al aire libre programadas por Beefeater In-Edit mientras que Gradual (Murchante, Navarra) convoca su propio festival internacional de cortos y combina los directos con la exhibición de los trabajos finalistas.

Un paso más allá da Pedralbes (Barcelona), que proyectará el clásico de Spielberg Indiana Jones (que este año cumple 35 años) mientras la Orquesta Sinfónica del Vallès interpreta en directo su famosa banda sonora compuesta por John Williams; o Azkena (Vitoria) con el espectáculo audiovisual Gütterdamerung liderado por Henry Rollins, una combinación entre película (con Grace Jones, Iggy Pop y el desaparecido Lemmy) y música rock en directo. Dedicado en cuerpo y alma a las tendencias y cultura urbana, Mulafest (Madrid) reserva un espacio privilegiado de su programación al arte urbano, el garaje, los deportes –skate, tricking, slackline…–, el breakdance o el circo contemporáneo.

Mientras que el veterano Sónar celebra en paralelo a su festival desde el año pasado el interesantísimo Sonar+D, un congreso que gira alrededor de la creatividad y la tecnología en ámbitos como la música, la imagen, los contenidos interactivos y las plataformas transmedia.

Otros como Monkey Week (Sevilla), Primavera Sound con Primavera Pro (Bcn) y Bime (Bilbao) extienden tentáculos y suman jornadas profesionales en torno a la industria musical con conferencias, showcases, mercado discográfico, presentaciones o sesiones de networking.

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